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Hace justo un mes Miguel Ángel Osorio Chong fue designado coordinador de la bancada del PRI en el Senado, lo que levantó una serie de especulaciones sobre los presuntos motivos ocultos de tal responsabilidad, en un contexto en el que el priísmo tendrá el más débil peso parlamentario de su historia.
En la bancada del tricolor destacan otros integrantes con mayor experiencia legislativa y política que el hidalguense, notablemente Beatriz Paredes, que ha sido funcionaria federal, presidente de su partido, lideresa en el Congreso federal. Y se trata de una figura que contrasta con lo ocurrido durante la administración Peña Nieto, que ella observó desde el extranjero, como embajadora en Brasil.
Con Osorio Chong llegó el rumor de que él y sólo él sería capaz de cobrar facturas a múltiples actores políticos, lo que le permitiría conformar bajo su control un polo opositor que en manos de otro actor resultaría imposible de imaginar.
Cuando ya está a la vista el 1º de septiembre, que marca el arranque de la nueva legislatura, no hay muchos elementos que sugieran que tal polo opositor, con el señor Osorio como artífice, pueda ser configurado, salvo en un nivel muy modesto.
Sobra quizá recordar que el actor central de esta historia cursó con más pena que gloria su labor en la Secretaría de Gobernación durante el presente sexenio. El balance de su gestión ofrece muchas sombras y escasas luces en rubros clave como el control de la inseguridad, el respeto a los derechos humanos o la fortaleza en la imagen de su partido, del que por varios años fue un fuerte precandidato presidencial, malogrado a la postre. A sus cartas credenciales debe agregarse haber sido diputado federal y desde luego, mandatario estatal en su entidad, que tiene un peso relativamente menor en el contexto nacional.
La bancada del PRI que comandará Osorio Chong contará con 14 escaños, apenas poco más del 10% de los 128 que integran la llamada cámara alta. El grupo resultante luce más enano si se le compara con el de otros partidos, en especial Morena (55) y PAN (23). Pero similar a PRD (8), PT (6), PVEM (6), PES (8), MC (7) y Panal, 1. Con tales datos, el PRI cobró justificada carta de naturalización dentro de lo que por años ha sido llamada “la chiquillada”: grupúsculos legislativos ávidos del favor de la mayoría, expectantes de recibir las migajas del poder.
El menguante círculo de promotores del señor Osorio ha logrado pese a ello, sostener el escenario de una coalición opositora que, con buenas o malas artes, pudiera ser construida echando mano por la vía del convencimiento o la cooptación, con los senadores de partidos satélite, en especial Verde y Nueva Alianza. Pero también, del Partido Encuentro Social (PES), el cual participó en la contienda como aliado de Morena y el Partido del Trabajo.
Los reportes disponibles indican que, de los seis senadores del PVEM, cinco sí que podrían acudir al pesebre (alegórica licencia literaria) del PRI bajo el influjo de Osorio. La excepción sería Manuel Velasco, gobernador saliente de Chiapas, al que se describe como solícitamente cercano al equipo del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Lo mismo ocurriría con el solitario escaño del Panal, que se ha quedado sin registro y sin brújula. De esta manera, Osorio sumaría 20 votos. ¿Será esa su proeza?
Poco o nada puede esperar el señor Osorio de las bancadas del PAN y Movimiento Ciudadano, que fueron juntos a los comicios pero que ahora lucen arrepentidos de ello, sin indicio alguno de que seguirán caminando de la mano.
Otra historia puede ocurrir con el PRD, que estrenó en Miguel Ángel Mancera a su coordinador. Mancera y Osorio hilvanaron en los años previos una cercanía clara que fue interpretada por muchos como proyecto político común. Versiones no confirmadas ubican a Osorio como negociador con el PRD para facilitar el nombramiento de coordinador para el ex jefe de Gobierno de la ciudad de México. ¿Cuántos de los ocho senadores perredistas podrían votar con el PRI?
Por lo que se refiere al PES pueden también esperarse pocas sorpresas. Está documentada la influencia de Osorio desde Gobernación para que ese partido de inspiración cristiana obtuviera su registro, bajo la presidencia de Hugo Eric Flores. Pero también se conoce la posterior ruptura entre ambos, lo que llevó al PES a aliarse a Morena y el PT, con luminosos resultados en su presencia parlamentaria, aunque perdió el registro.
Flores ha dicho a colaboradores que, tras la alianza con Morena y PT, Osorio lo amenazó con lanzarle una campaña de desprestigio. Y que las últimas semanas lo presionó para que sus senadores se sumen a la bancada del PRI, lo que rehusó.
rockroberto@gmail.com