Roberto Rock L.

Ebrard y la convulsión diplomática

Ebrard y la convulsión diplomática
30/10/2018 |03:31
Redacción El Universal
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Una mirada corta sobre las anécdotas tiene atorado el debate necesario sobre lo que ocurrirá en la diplomacia mexicana, que en solo un mes quedará en manos de Marcelo Ebrard. Se trata de uno de los políticos más cuajados del país, pero también un virtual extranjero en el mundo de la aristocracia dorada que domina al Servicio Exterior Mexicano (SEM), el juego de poderes entre naciones y la compleja agenda que pone bajo presión intereses estratégicos nacionales.

En los días recientes el tema predilecto en este campo ha sido la inminente presencia de figuras controversiales en la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador. Entre éstas destaca sin duda el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, un autócrata tropical que inspirado en la satrapía de su antecesor, Hugo Chávez, sigue llevando su país a los infiernos.

De acuerdo con el protocolo internacional, se otorga un trato más comedido a aquellos mandatarios que asisten a este tipo de ceremonias, en función del orden en que formalizaron el anuncio de su presencia, lo que se conoce como prelación. Antes que el señor Maduro, otros nueve presidentes, un rey (de España), un primer ministro, el enviado del papa Francisco y al menos 20 directivos de organismos internacionales confirmaron su presencia en la asunción de López Obrador.

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Las protestas de partidos y otros actores no se corresponde tampoco con el hecho de que el mismísimo Hugo Chávez, cargado ya con un enorme desprestigio internacional, figuró entre los asistentes a la toma de posesión de Vicente Fox, en el 2000. De acuerdo con la información disponible, el segundo presidente emanado del PAN, Felipe Calderón, debió invitar, por protocolo internacional, a Chávez para su toma de posesión, el 1 de diciembre de 2006, pero éste no acudió porque asumió su renovado mandato en la misma fecha.

La política diplomática que el gobierno de López Obrador establecerá por conducto del canciller Ebrard tiene a la vista facetas mucho más inquietantes que la presencia o no en suelo mexicano de un personaje tan lamentable como el señor Maduro.

Está en curso por ejemplo, el despido de medio centenar de embajadores con nombramiento de carácter político, que no son diplomáticos de carrera pero que tienen a su cargo legaciones relevantes.

Desde las oficinas del actual canciller, Luis Videgaray, surgió en días pasados la instrucción de que todos esos embajadores, muchos de ellos con cercanía con el PRI, debían presentar su renuncia antes del 15 de noviembre. Ello fue interpretado como que se estaba ante la formalidad de que las nuevas autoridades decidieran quién se quedaba y quién se iba. Pero a esto siguió una nueva circular estableciendo en forma imperiosa que los aludidos deben entregar sus oficinas antes de esa fecha, lo que ha precipitado una estampida ante el temor de que ni siquiera les sean cubiertos los gastos de menaje de casa y viáticos. Todo ha sido atribuido a una petición concreta de Ebrard.

Entre los embajadores políticos a los que alcanza esta disposición se cuentan Fernando Castro Trenti, un destacado priísta, cercano a Manlio Fabio Beltrones, inicialmente asignado a la embajada en Buenos Aires y después en Suiza, aunque en ninguna de las dos posiciones ha cobrado mayor realce, por decirlo amablemente. Se halla también Santiago Oñate, destacado inicialmente ante el Reino Unido (1997-2001), y desde 2013, en Estrasburgo, Francia, donde se desempeña como observador permanente ante el Consejo de Europa. Se trata de un ex dirigente nacional del PRI con amplias ligas con los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo. A la lista hay que sumar a Edgar Elías Azar (La Haya-Corte Penal Internacional) y a Carlos Almada (Japón).

Ebrard Casaubón ha estado encarando junto con su equipo una discreta rebelión de los integrantes del SEM, quienes argumentan que el sector no registra aumento de sueldos desde 1999. Los registros disponibles sin embargo, hablan de ajustes parciales o por bloques regionales, el más reciente de los cuales se habría hecho en 2011. Aun así, los embajadores disfrutan de sueldos que arrancan en 12 mil dólares mensuales y pueden llegar a 16 mil, más ayuda de renta de residencia, gastos escolares para hijos, chofer y otros. En contraste, resultan absurdos los reclamos que llaman a cortarles su seguro de gastos médicos. Ni en Londres ni en París hay clínicas del IMSS o el ISSSTE.

Otros temas sobre los que amerita poner la lupa son los perfiles de los colaboradores que han empezado a rodear a Ebrard —en general, sin experiencia en diplomacia—, o el destino que tendrá ProMéxico, un programa que parece vacío de contenido y cuyos responsables en algunos casos han decidido despachar desde Miami y otras cómodas ciudades extranjeras.


rockroberto@gmail.com