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Hace doce años fue apresado y continúa sin sentencia judicial. Se llama Israel Vallarta, mejor conocido como el ex novio de la francesa Florence Cassez. Está acusado por el delito de secuestro, junto con otros integrantes de su familia.
El suyo es un caso típico del purgatorio judicial mexicano, que condena sin condenar. Después de que Cassez fuera liberada, en enero de 2013, Vallarta permaneció en Almoloya de Juárez, sin que prácticamente nadie prestara atención a su caso.
Sólo la periodista Emmanuelle Steels publicó un estupendo reportaje sobre la situación de Vallarta, pero ese texto conmovió poco a las autoridades. El argumento principal de Steels dice que mientras la injusticia contra la francesa se resolvió gracias a las presiones mediática e internacional, la situación penal de Vallarta no mereció igual atención, ya que el inculpado era mexicano y la opinión pública lo juzgó culpable sin atender a los elementos de la verdad.
Este es el punto de partida de la novela sin ficción del escritor Jorge Volpi, quien el día de ayer obtuvo el premio Alfaguara. La obra está dedicada a explorar las cavernas, los pasadizos, las falsedades y la impericia detrás del caso Vallarta, así como de la supuesta banda de secuestradores Los Zodiaco.
Con este texto Volpi confirma la extraordinaria destreza que tiene como narrador, pero además se revela como un investigador judicial tan acucioso como implacable.
La revisión que hace del expediente de Vallarta es minuciosa. Durante tres años revisó cada una de las pruebas dentro de ese inmenso legajo, habló con los testigos principales del proceso, recorrió los lugares de la trama, conversó con las supuestas víctimas y con los victimarios hipotéticos, revisó la biografía de los acusadores, verificó los dichos de la autoridad y persiguió las pistas más escurridizas del caso.
El resultado es una obra maestra de la investigación periodística y, a la vez, de la narrativa literaria. Un fresco potente que desnuda las falencias del sistema judicial mexicano, en sus muy diversos y complejos componentes: esa máquina implacable que no puede atrapar a los delincuentes, porque está ocupada en fabricar culpables.
A diferencia de Truman Capote en, A Sangre Fría, Volpi no sucumbe ante la biografía del personaje principal; no hay exaltación de Israel Vallarta y tampoco fascinación con el presunto secuestrador. El escritor cuida que sean los claroscuros quienes hablen y por ello la credibilidad de la historia es tan robusta.
El escritor hace un esfuerzo para no resolver lo que la justicia ha sido incapaz de sentenciar. Sin embargo, las dudas fundadas que va colocando a lo largo del texto hacen que caiga sin remedio el castillo de naipes construido por la autoridad en 2005.
Luis Cárdenas Palomino es personaje central de la narración. Se trata del policía que detuvo a la pareja Cassez-Vallarta y luego construyó un caso que podría ser falso, casi en su totalidad.
Una voz central de esta narrativa es también Guadalupe, la hermana de Vallarta; la mujer más fuerte de esa familia que, sin recursos económicos o políticos, ha hecho todo lo posible para defender a los suyos, a Israel, pero por igual a los demás integrantes de su familia que fueron acusados, a pesar de su inocencia.
Como antagonista de esa madre coraje se halla en el otro extremo Genaro García Luna, el policía estrella durante el gobierno de Felipe Calderón; el hombre del show-policiaco que por su talento para la fabricación logró ascender hasta la cúspide del poder y, desde ahí, convenció al presidente para que se lanzara a una guerra mediática cuyo final ha dejado una espesa estela de muertos y desaparecidos.
Esta novela criminal es el retrato del gran fracaso de nuestra época: la injusticia de la justicia.
Será difícil que, después de ella, los jueces mantengan a Israel Vallarta en el purgatorio de su poder. Sería deseable también que, después de leerla, se apurarasen a excarcelar a muchos otros inocentes.
ZOOM: Con esta novela Jorge Volpi ya no es el joven aquél que gracias a su prosa lúcida ganó el premio Biblioteca Breve con En busca de Klingsor, sino un escritor maduro, fundamental y definitivo para las letras mexicanas.
@ricardomraphael