Patricia González padece un cáncer de mama muy avanzado y por ello viene cada quince días a consulta en Instituto Nacional de Cancerología. Debido a su debilidad física, la acompaña su hija Clara, que tiene veinte años.
Viajan desde Acambay, Estado de México, con grandes esfuerzos económicos. Lo hacen porque las finanzas familiares no alcanzan para pagar los 500 pesos que cuesta la caja de analgésicos.El ingreso mensual de la familia ronda los 2 mil 500 pesos por mes.
Patricia confiesa que los dolores de brazo y pecho son insoportables, por eso reaccionó con mucha angustia cuando la doctora Silvia anunció que el hospital ya no puede ofrecerle remedio.
“Estoy realmente consternada —replica la mujer— y muy triste al pensar que nadie piensa en nosotros como seres humanos, que sufrimos dolores del cuerpo y del alma.”
Ayer por la mañana, cuando la doctora responsable de cuidados paliativos fue a buscar los medicamentos para sus pacientes, una enfermera le informó que los analgésicos se habían agotado y que la instrucción, a partir de ese momento, era administrar paracetamol a los pacientes.
“¿Paracetamol? —reclamó la doctora responsable de los cuidados paliativos— pero si eso es tan ridículo como ofrecer un dulce a un niño que se está muriendo de hambre.” Las enfermeras, atrapadas por la empatía, se limitaron a levantar los hombros.
El martes dimitió Germán Martínez Cázares a la dirección general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En su carta de renuncia, acuciosamente argumentada, este funcionario declaró:
“Controlar en exceso esos recursos … sin racionalidad y sin apego a las normas …, puede acabar con esa dinámica de solidaridad social ...”
Ignacio es paciente del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía; él padece una dolencia crónica que lo tiene sometido a una cama de hospital, pero es la primera vez que experimenta un trato inhumano en esta institución: nadie viene a cambiar la ropa de cama y tampoco asean el cuarto que comparte con otros enfermos.
Este paciente escuchó, como rumor, que no hay dinero para pagar al personal de intendencia.
De nuevo la voz de Germán Martínez: “muchos trabajadores siguen sin certeza laboral, otros sin contrato, algunas vacantes aumentan, el rezago en infraestructura es brutal, en 2019 prácticamente está en cero por ciento el avance de obras y el pago a proveedores.”
Lupita es igualmente paciente del Instituto Nacional de Cancerología. En ese sanatorio recibe cada semana un tratamiento de quimioterapia que podría salvarle la vida. Ella ha sido disciplinada, en extremo, con lo que le proponen los médicos porque no quiere dejar huérfanos a sus hijos. Pero esta semana, sin conocer las razones precisas, le suspendieron la sesión de quimioterapia.
Martínez otra vez: “ese control del gasto tiene … consecuencias fatales: … pasillos de espera llenos de personas adoloridas y mal trato o retraso en la atención a pacientes.”
Silvia, la doctora que atiende a Patricia González, lanzó ayer por la madrugada una botella al mar pidiendo auxilio:
“Nos han quitado los medicamentos, ya no hablemos de morfina … nuestros pacientes se están muriendo, y además con dolores físicos indecibles, que podrían ser fácilmente evitados.”
German Martínez denunció en su carta que “el abasto de medicamentos está garantizado, es precario y en algunos lugares pende de un hilo. De tales omisiones se ha dado aviso a las autoridades correspondientes.”
Y, sin embargo, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) —encabezada por el cada día más célebre Carlos Urzúa— congeló 794 millones de pesos del presupuesto asignado a 26 institutos, hospitales y centros de alta especialidad; además ordenó reducir 30% los gastos operativos y 50% los relativos a los servicios personales (Milenio 21/05/19).
ZOOM: “Los niños que padecen cáncer y esperan su tratamiento, quienes viven a la espera de insulina, las poblaciones de la diversidad sexual que reclaman antirretrovirales, y los millones de enfermos que se atienden en nuestras clínicas y hospitales, no merecen ni un minuto de rebatingas de poder.” Así concluyó German Martínez, ex director del IMSS, su carta de renuncia.