Es material para novela. La trágica muerte de Rafael Moreno Valle y su esposa Martha Érika Alonso abre un capítulo que enfrentará a dos antiguos amigos y socios políticos: Luis Banck Serrato y Fernando Manzanilla Prieto.
Su historia común se remite a la época en que ambos trabajaban en la administración de Melquiades Morales, gobernador de Puebla entre 1999 y 2005. Los presentó Rafael Moreno Valle, que entonces era su jefe y fungía como secretario de finanzas.
Manzanilla jugaba como un operador político genial y Banck como el cerebro económico del grupo. Los dos pensaban que Moreno Valle podría ser gobernador cuando Morales dejara libre el asiento.
Pero otro político poblano se atravesó en el camino: Mario Marín, de infausta memoria. El ex secretario de finanzas y Mario Marín no pudieron respirar bajo el mismo techo político, así que el primero abandonó las filas del PRI y sus dos aliados recorrieron idéntica senda.
Seis años le tomó a Rafael Moreno Valle derrotar a su antiguo partido y durante aquella época como opositor, Fernando Manzanilla continuó siendo el estratega principal de la triada.
Por un tiempo Banck se retiró al sector privado y ocupó un cargo importante en MetLife, la empresa aseguradora más grande del país. Mientras tanto, Manzanilla se hizo cargo de la secretaría de gobierno, convirtiéndose en el segundo hombre más poderoso del estado de Puebla.
A los pocos meses, la diosa fortuna se metió en la vida de estos personajes cuando la hermana del gobernador se lió sentimentalmente con su estratega. Por razones que valdría la pena conocer, el cuñado encajó con enojo la noticia. La historia da para teleserie: después de haber labrado camino juntos durante más de tres lustros, Moreno Valle obligó a Manzanilla para que dejara el puesto y, de paso, cerró las puertas a sus aspiraciones políticas dentro del estado.
En 2013, Fernando Manzanilla quiso ser candidato a presidente municipal del PAN para la capital del estado y en su lugar el gobernador envió a José Antonio Gali Fayad.
Coincidió en ese momento que Luis Banck aceptó volver a trabajar para el gobierno de Puebla, como secretario de Desarrollo Social, y dos años después consiguió lo que Manzanilla no tuvo: la presidencia municipal de Puebla.
El cuñado desdeñado no se resignó: para abrirse camino de nuevo tocó las puertas de Morena y logró convertirse en el principal operador político de esa naciente fuerza en el estado.
Entonces Moreno Valle, en público y en privado, lo llamó traidor y el cuñado decidió jugar a plenitud el papel del antagonista. Lo acusó de estar ligado al narcotráfico y apoyó a Miguel Barbosa como candidato a gobernador.
Las elecciones del 2018 en Puebla fueron el territorio de una batalla de realidad aumentada entre dos facciones que antes fueron parte de un mismo grupo. A nada estuvo el candidato morenista de arrebatarle el triunfo al PAN, pero Alonso prevaleció.
Desde la alcaldía de Puebla, Banck apoyó a la candidata panista y, cuando las nubes escamparon, recibió como premio la jefatura de la oficina de la gobernadora Alonso.
La trama encuentra hoy a Manzanilla como diputado federal por la coalición Juntos Haremos Historia y líder, en la Cámara Baja, de la maltrecha fracción del Partido Encuentro Social.
El lunes pasado la fortuna volvió a meterse en el relato: la muerte de la gobernadora Alonso ha opuesto de nuevo a Banck y a Manzanilla.
El primero fue el único orador en las exequias de los esposos Moreno Valle porque ahora él es el principal heredero del capital político que dejó su antiguo jefe y Manzanilla tendrá que decidir si respalda de nuevo a Miguel Barbosa o, en un tour de force, se presenta él mismo para encabezar con mejor suerte la apuesta de Morena.
Zoom: La herencia de Moreno Valle será tan polémica como lo fueron en vida sus decisiones políticas. En la tercera vuelta de tuerca la diosa fortuna sabrá lo que tiene preparado para Luis Banck y Fernando Manzanilla, y con ellos, para el futuro de Puebla.
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