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Un desfile espectacular de autos, patrullas y ambulancias recorre el puente de East River cada vez que Joaquín El Chapo Guzmán viaja de Brooklyn a Manhattan para visitar el tribunal donde será juzgado.
Está a punto de comenzar uno de los procesos penales más costosos en la historia de Estados Unidos. Se habla de un presupuesto millonario.
La demanda en contra de este narcotraficante contiene más de 300 mil páginas. La fiscalía de Nueva York presentará como elementos de prueba alrededor de 117 mil grabaciones y llamará a declarar a varios cientos de testigos, en su mayoría protegidos.
No hay otro narcotraficante que haya enfrentado un proceso así de monumental. Joaquín Guzmán Loera está acusado de ser el líder de la organización criminal más grande del orbe, dedicada al tráfico de drogas.
Se le señala como responsable de haber introducido ilegalmente a Estados Unidos unos 155 mil kilogramos de cocaína, así como varios miles de toneladas de marihuana y heroína, todo por un valor aproximado de 14 mil millones de dólares.
La fiscalía de Nueva York intenta también vincularlo, de manera directa, con 33 homicidios.
Frente a estas acusaciones El Chapo Guzmán se declaró inocente y su abogado reclama que el asunto se haya convertido en un show.
Cuatro meses, por lo menos, tomará este proceso que no tiene que ver con un sólo individuo, ya que en su desarrollo se exhibirán claves desconocidas de la historia criminal de México.
El Chapo Guzmán fue actor estelar de la guerra por las drogas que comenzó en nuestro país, en 2001, a partir de su fuga del penal de Puente Grande: una guerra que ha provocado más de 200 mil asesinatos y aproximadamente 60 mil desapariciones.
Durante las audiencias y los interrogatorios, durante el desahogo de pruebas y las deliberaciones vamos a enterarnos de información sorprendente.
Ya antes los juicios contra otros narcotraficantes mexicanos, celebrados en tribunales estadounidenses, han sido la mejor fuente para comprender el fenómeno criminal que sucede en nuestro país.
Los procesos, por ejemplo, contra los hermanos Treviño (José, Omar y Miguel) arrojaron el material más puro para analizar la violencia de Los Zetas, lo mismo que los juicios, en Texas, relacionados con Osiel Cárdenas Guillén o con las masacres de Piedras Negras y Monclova.
Fue ahí donde nos enteramos del nombre de los gobernadores mexicanos comprados por ese grupo criminal, también sobre las campañas electorales financiadas con el dinero del narco o sobre las corporaciones del Estado que se dejaron corromper.
Siendo Joaquín Guzmán Loera el narcotraficante más notorio de su época, es obvio suponer que la cloaca volverá a desbordarse y, en esta ocasión, su lodo alcanzará a quienes antes se creyeron intocables.
Habrá que estar atentos a los interrogatorios cuando el fiscal pregunte, por ejemplo: ¿qué autoridades ayudaron al Chapo a escapar de Puente Grande, en 2001, o de Almoloya, en 2015? ¿Cómo fue que su hijo, Iván Archivaldo Guzmán, fue liberado por un juez en 2008? ¿Por qué los adversarios del Chapo dijeron que este narcotraficante tuvo protección del gobierno federal? ¿Cómo hizo el Cártel de Sinaloa, durante las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, para penetrar los órganos del Estado responsables de perseguirlo? ¿Es cierto, como en su día acusó Arturo Beltrán Leyva, que El Chapo entregó al Ejército a su hermano Alfredo, alias El Mochomo?
¿Por qué si el vocero de Calderón declaró en 2011 que dos de cada tres muertos eran atribuibles al Cártel de Sinaloa, su gobierno prefirió perseguir a los adversarios del Chapo?
¿Quiénes fueron los mandos militares, los policías, los agentes de la DEA o los jueces mexicanos que dieron fuero, durante más de una década, al criminal más buscado?
ZOOM: juicios como el del Chapo, en la corte de Nueva York, son históricos porque se somete a escrutinio, no sólo a una persona sino a toda una época y sus protagonistas.
www.ricardoraphael.com
@ricardomraphael