El día que presté juramento como Juez del Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), coincidió con el 40 aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Ese día, una de mis hermanas, hizo una analogía de ese evento histórico y me dijo que estaba muy orgullosa y contenta de que yo hubiera alcanzado mi “luna”. Y aquí me encuentro, de regreso en el planeta Tierra, después de un viaje increíble de casi nueve años.

Formé parte de la “joya de la corona” creada por ustedes, los miembros de la Organización Mundial del Comercio. Un sofisticado sistema jurisdiccional internacional para la solución de diferencias. Un mecanismo que siempre ha privilegiado el fondo sobre la forma. Que sigue un método de interpretación y que respeta cabalmente los derechos procesales de las Partes. Una institución que se esfuerza por encontrar, como lo describe el profesor Howse, el “equilibrio entre la soberanía normativa nacional y la liberación comercial”.

Me parece que la crisis que enfrentamos ahora podría haberse evitado si se hubiera atacado de frente cuando comenzó a escalar. La OMC es una organización basada en el consenso. Esto significa que esta crisis no debe atribuirse a un miembro. Se necesita liderazgo dentro y fuera de esta casa. La necesidad de reconocer que debe haber un involucramiento genuino cuando un miembro plantea problemas.

No importa lo difícil o insuperable que los mismos parezcan, todos los que forman parte de la comunidad de la OMC deben estar dispuestos a comprometerse, y deben abstenerse de anteponer sus intereses comerciales personales o nacionales, a los de tratar de encontrar una solución. La primera interrogante es si los Miembros aún desean tener una instancia para revisar los informes de los grupos especiales.

Si la respuesta es afirmativa, entonces debemos enfrentar las diferencias conceptuales entre los miembros en cuanto a la naturaleza de la OMC, es decir, ¿la OMC es un contrato o una constitución? Y, siguiendo inmediatamente esa pregunta, ¿cuál es la naturaleza del Órgano de Apelación? ¿Es o debería ser un tribunal internacional? Muchos de los problemas identificados que llevaron a la situación actual se refieren precisamente a la naturaleza de lo que es o lo que no debería ser el Órgano de Apelación. Si los Miembros quieren progresar y resolver el estancamiento actual, tal vez este es un buen lugar para comenzar.

O, como alternativa, tal vez sea necesario un debate pragmático que deje de lado estas diferencias conceptuales y se enfoque en los elementos más básicos o mínimos con los que todos los Miembros pueden vivir para el buen funcionamiento del Órgano de Apelación. Pero es innegable que debe haber una discusión.

Actualmente, el Órgano de Apelación tiene sólo cuatro jueces. Pronto no podrá desempeñar sus funciones. Como recientemente señaló el presidente del Órgano de Apelación, es urgente que los miembros dialoguen de manera constructiva e intenten llegar a un compromiso. Ustedes, los miembros, necesitan preguntarse, ¿cuál es la contribución del Órgano de Apelación al derecho internacional público? ¿Cómo afecta esta parálisis al sistema de solución de controversias de la OMC en su conjunto? Esta institución no merece morir por asfixia. Ustedes tienen la obligación de decidir si desean matarlo o mantenerlo vivo.

Al venir de un país en desarrollo, y también en los países desarrollados ahora con más frecuencia, escuchó en la misma oración, que el comercio internacional, la globalización y el liberalismo son los culpables de la pobreza, la pérdida de empleos y la falta de desarrollo. Son presas fáciles. Son causas sin rostro que no pueden defenderse. Rara vez se mencionan las políticas agrícolas e industriales nacionales fallidas, la falta de Estado de derecho y la corrupción.

El sistema de comercio internacional basado en normas, que tuve la obligación de proteger, contribuye a la prosperidad mundial. Los miembros deben abordar cómo distribuir mejor los beneficios del comercio entre las poblaciones de todos sus miembros, en lugar de encontrar formas de concentrarlo.

Esta organización necesita dejar de hablar sobre barreras y empezar a construir puentes para una mejor distribución de los beneficios del comercio internacional y atender los nuevos desafíos que enfrenta el mismo. Realmente creo que las reglas que contribuí a defender ayudan a los más de 50 millones de mexicanos que al día de hoy viven en extrema pobreza, pero aún queda mucho por hacer.

La globalización es una realidad. Las cadenas globales de valor y el calentamiento global son sólo dos ejemplos para ilustrar el hecho de que enfrentamos desafíos mundiales que sólo pueden atenderse con soluciones globales. Que no les quede la menor duda, con o sin la OMC, el comercio y la globalización, junto con la tecnología que la impulsa, continuarán. Sin un marco de reglas obligatorias y modernas, la anarquía y los actores poderosos, privados y públicos, tomarán el control. Esto no será bueno, especialmente para aquellos países en desarrollo y menos desarrollados que requieren de un sistema en el cual, ante la ley, todos los países sean iguales.

Mi padre y mi madre son dos maestros de escuela que, con trabajo honesto y duro, lograron formar una familia. Mi hermano ha dedicado su vida a ayudar a las comunidades de una de las regiones más pobres de la Ciudad de México. Una de mis hermanas es defensora de derechos humanos y la otra una funcionaria pública honesta y trabajadora. Ellos son los que deberían ser honrados hoy; yo no estaría aquí si no fuera por su amor, ejemplo y guía. En los últimos años, uno de mis principales objetivos fue mostrarles que, a pesar de lo que escuchan en las noticias, los mexicanos, como mi familia y muchos millones, somos personas trabajadoras, honestas y decentes.

He estado en la Luna. He caminado sobre ella y puedo confirmarles que fue todo lo que esperaba y mucho más. También me di cuenta de lo frágil que es. Espero que ustedes, los miembros, comprendan pronto la importancia de lo que crearon y el valor de su existencia. En cuanto a mí, pocas personas pueden decir que vivieron un sueño. Ustedes hicieron realidad un sueño y por ello les estaré eternamente agradecido.

Ricardo, cambio y fuera.

Basado en el Discurso de Despedida pronunciado el 28 de mayo pasado. Versión completa disponible en: https://www.wto.org/english/tratop_e/dispu_e/ricardorairezfarwellspeech_e.htm

Profesor Titular. Facultad de Derecho. UNAM. Exjuez del Órgano de Apelación de la Organización Mundial del Comercio.

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