Tendemos a presuponer que las elecciones llevan al poder al candidato ganador.

La realidad es que compiten candidatos, pero cuando este gana, quienes toman el poder son todos los colaboradores que le apoyaron. Todo su equipo toma sus posiciones como cotos de poder personal.

Difícilmente un presidente tiene control de lo que sucede más allá de las grandes decisiones de alto impacto. Sin embargo, sus colaboradores tienen el margen de maniobra para controlar la operación cotidiana del país.

Son grupos perfectamente organizados que seguramente han trabajado durante años y se han preparado para tomar control cuando surja la oportunidad.

Ante el fenómeno electoral que representa Andrés Manuel y el momento tan crítico que vive este país, no sobra reflexionar y visualizar lo que sucedería ante su eventual triunfo para alcanzar la presidencia de la república.

Es evidente que el contexto de conflicto social que vivimos, caracterizado por la corrupción y la violencia generada por la delincuencia organizada, muchos sectores sociales que antes votaban en contra de López Obrador, hoy le han perdido el miedo y hasta consideran que valdría la pena probar su gobierno. Es tal el encono, que la continuidad priísta no la ven como opción.

Sin embargo, es necesario entender este fenómeno.

Este nuevo Andrés Manuel es más maduro y mesurado, conciliador porque aprendió de sus errores pasados y descubrió que Lula pudo llegar al poder en Brasil negociando. Por ello ha empezado a derribar barreras y prejuicios, incluso entre empresarios, sus más feroces detractores. Sabe que prometer no empobrece y a cada quien le dice lo que quiere escuchar. De este modo siguiendo el estilo del Chapulín Colorado, que “como dice una cosa, luego dice la otra”, capitaliza “las ganas de creer”, de esta sociedad encabronada.

Si a esto le sumamos su carisma personal en el trato cercano, pues cuando “está de buenas”, su sonrisa cautiva y su mirada da confianza. Así se cierra el círculo.

Además, realizó una jugada maestra con un gabinete “de lujo”, hay que reconocer.

La magistrada Olga Sánchez Cordero en la SEGOB es una garantía para el Estado de Derecho, después de una larga carrera en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esteban Moctezuma Barragán tiene una gran credibilidad, trayectoria, amplia experiencia gubernamental y honorabilidad incuestionable para una secretaría tan conflictiva como lo sería la SEP en el gobierno de AMLO. Carlos Manuel Urzúa en la SHCP seguro dará confianza en los mercados financieros y el sector empresarial. El ingeniero Javier Jiménez Espriú en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, da certeza técnica y confianza. Esto sólo por dar unos cuantos indicadores.

Sin embargo, este gran gabinete tendrá que convivir con los activistas sociales y políticos que constituyen el verdadero equipo político de Andrés Manuel, quienes han hecho una trayectoria política con él, “codo con codo” durante muchísimos años.

Qué decir del equipo radical constituido por René Bejarano y Dolores Padierna, simpatizantes del proyecto bolivariano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, el líder estudiantil de los años 80 Martí Batres, el activista Gerardo Fernández Noroña, el novelista Paco Ignacio Taibo II, por citar algunos.

Paco Ignacio Taibo II en entrevista al periódico español El País reconoció que si AMLO ganase la presidencia y no lo no dejasen gobernar a sus anchas, tendría que “gobernar por decreto”, lo cual en el mundo democrático significa autoritarismo. Además, reconoció que para ganar la elección Andrés Manuel ha tenido que hacer campaña mostrándose ahora ubicado como un candidato de “centro” y no deja de percibirse su desacuerdo personal con esta postura.

Paco Ignacio es quien en un arrebato hizo un ejercicio de escenarios y ´concluyó que si Andrés Manuel no fuese apoyado por el sector empresarial, debiese expropiar las empresas de esos empresarios que se opongan a sus decisiones, exhibiendo así ese talante autoritario anti democrático de esa izquierda radical que realmente es el corazón de MORENA.

¿De qué serviría que López Obrador haya asumido una actitud conciliadora y haya conformado un gabinete de lujo, si la base del partido que es su obra personal, sigue siendo radical y autoritaria como él lo fue antes?.

Lo más probable es que desde el inicio de su sexenio, los morenistas de cepa se abocarían a obstaculizar a este gabinete hasta echar fuera a los intrusos para ellos tomar el poder. Sería una batalla campal entre “técnicos”, representados por un gabinete experimentado y con conocimientos y los “rudos”, que serían los políticos radicales que son el “ADN” de MORENA.

Ante el conflicto, ¿por quién optaría Andrés Manuel, su gabinete, o sus amigos leales de siempre?.

La democracia ha generado un juego perverso que consiste en ofrecer lo que la gente quiere escuchar, pero sin que exista un compromiso jurídico de cumplir lo prometido.

¿Usted cómo lo ve?

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