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No nos equivoquemos, el problema de la nueva Reforma Educativa, que se quiere impulsar bajo la presión de la CNTE, en realidad es un asunto laboral. A los maestros de la CNTE no les importa el contenido académico ni el modelo educativo, sino no perder privilegios ganados a través del chantaje a los gobiernos estatales de su zona de influencia territorial. El objetivo de la CNTE es la búsqueda de beneficios laborales y la búsqueda de beneficios económicos personales para sus líderes.
Otro indicador de lo que viene es que seguramente habrá cambios en el contrato colectivo de Pemex, que desde 1989 controla el sindicato que dirige Carlos Romero Deschamps, líder cuestionado por corrupción. Ahora surge un grupo sindical disidente, denominado Petromex, que seguramente logrará poner fin a la era Romero Deschamps.
También es significativo que el ahora senador Napoleón Gómez Urrutia ya esté promoviendo un nuevo organismo cúpula del sector sindical, denominado Confederación Sindical Internacional Democrática.
No podemos pasar por alto para entender este nuevo contexto político sindical, que la profesora Elba Esther Gordillo, liberada y rescatada sospechosamente casi al inicio de este sexenio que inició antes de que se cerrara la era Peña Nieto, ya avisó que va por el rescate del control del SNTE, sindicato al cual considera parte de su patrimonio personal.
Las recientes huelgas locas de las maquiladoras de Matamoros anuncian el regreso del sindicalismo conflictivo de la época del presidente Echeverría, quien alentó el crecimiento de un sindicato explosivo denominado FAT, Frente Auténtico del Trabajo, que se decía estaba apadrinado por el obispo de Cuernavaca don Sergio Méndez Arceo, a quien se le veían afinidades socialistas. Todos estos indicadores nos alertan respecto de cómo vienen los nuevos tiempos que vivirá nuestro país.
Para agravar este contexto conflictivo, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, amenaza con no dar su voto a favor del T-MEC, que es el tratado comercial de América del Norte, hasta que se apruebe la reforma laboral.
La Reforma Laboral seguramente será el símbolo de este sexenio.
Sin embargo, no olvidemos que el fenómeno social y político que marcó el Siglo XIX y la primera mitad del Siglo XX, fue la lucha de ideologías, protagonizada por dos sectores de la sociedad: por una parte el proletariado, o sea el sector trabajador y por otra parte la oligarquía empresarial de la época y la burguesía.
Aunque la lucha de clases implícita en la confrontación ideológica murió de inanición cuando las mismas empresas, de la mano de los gobiernos, crearon una legislación laboral que protege al trabajador. Sin embargo, este fenómeno social dio vida y simbolismo a la competencia política durante muchos años.
Hoy que en México vivimos una realidad cotidiana caracterizada por la polarización y el enfrentamiento, la Reforma Laboral reavivará artificialmente una lucha ideológica innecesaria, estimulada por el revanchismo de quienes buscan protagonismo para limpiar su nombre, presentándose como paladines de una causa social popular, como es el mejoramiento salarial de los trabajadores mexicanos.
Los personajes que hoy pretenden convertirse en el símbolo de un nuevo sindicalismo, en realidad representan los vicios del viejo sistema político y sindical.
Por lo anterior, debemos estar atentos al desarrollo de la nueva Reforma Laboral, ya que esta podría llegar a convertirse en “la madre de todas las reformas legislativas”.
Sin embargo, esta nueva Reforma Laboral puede tener un alto impacto negativo en la economía de nuestro país si no es encauzada con prudencia y mesura, negociándola con quienes tendrán que pagar su costo, que es el sector empresarial y buscando que esté blindada jurídicamente para que se convierta en un instrumento de equilibrio que ofrezca justicia social sin frenar la inversión privada.
Por tanto, no debemos quitar la vista de como evoluciona la Reforma Laboral.
¿Usted cómo lo ve?
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