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Es notorio que las necesidades del país las conoce perfectamente el equipo del presidente López Obrador , así como quienes están en el Congreso de la Unión . El diagnóstico es certero.
Sin embargo, más allá de identificar los problemas nacionales y definir las líneas de acción para resolver, lo preocupante es el “cómo” se están resolviendo.
Es muy posible que en el proyecto del aeropuerto de Texcoco haya habido grandes historias de corrupción y sobreprecio en las negociaciones de la construcción. Por tanto, que se hubiesen revisado los contratos y las asignaciones de obra para reducir la corrupción, lo cual podría traer aparejada la reducción de costos, hubiera sido una acción muy aplaudida y de alta rentabilidad política.
Sin embargo, de ahí a cancelar la obra, con un alto costo de penalización en la rescisión de contratos, hay una gran diferencia, por el impacto negativo que puede tener en nuestra economía.
Que son muy criticados los altos costos de las comisiones bancarias, que seguramente los bancos extranjeros que operan en México con toda seguridad no aplican en sus países de origen, también es un problema que genera molestia en todos los sectores de población, incluyendo el empresarial, pues se califica como un abuso.
Sin embargo la forma directa como el Congreso quiso resolver esta problemática, a través de la confrontación, cuando esto podría haber sido negociado con mucho tacto pero con mano firme, trajo grandes riesgos para México y sentó un precedente que genera desconfianza y temor para los capitalistas, pues exhibe un estilo burdo de resolver los problemas.
Aunque en esencia asista razón para tratar de resolver grandes problemas, el modo directo con que se afrontan, es motivo de temor entre el sector empresarial de el país.
Es necesario un replanteamiento de las estrategias para resolver los grandes problemas del país… de modo suave, pero muy firme y no de confrontación.
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