#LaVozDeLosExpertos

Sales con tu celular. Tomas un par de videos y los subes a YouTube. No pasa nada. Escribes un guión, quieres contar una historia, lo produces, sacas la handycam que estaba guardada, grabas y esperas. Sigue sin pasar mucho. Tal vez, alguna visita a tu video por alguien que hizo una búsqueda en YouTube desde algún país extraño.

“Never mistake motion for action.” –Ernest Hemingway

Ser el youtuber más conocido, más famoso, con más vistas puede ser muy mediático y puede traer cierta fama, pero no necesariamente es éxito. En una plataforma tan variada, sobresalir es entender el objetivo o la finalidad para la que vas a utilizar el canal de comunicación audiovisual más potente para un individuo en la actualidad. Un punto clave de YouTube sigue rigiéndose (muy al estilo de Twitter) en que el contenido es del creador y los servidores solo son un canal para que las ideas y la creatividad viajen por el mundo. Sin duda ha habido un crecimiento importante en sectores como el gaming, las reseñas y comedias de producciones de pocas personas. Tenemos gente famosa que pudo vender la idea de sus productos a televisoras pero hay millones de personas más buscando contar historias en esta plataforma sin muy conocidos.

Cuando veo el tipo de equipos que tenemos en nuestro bolsillo, pienso en la visión que tuvieron los fundadores de YouTube para hacer tan sencillo el proceso de compartir nuestra historia audiovisual con el mundo. Tenemos los equipos, tenemos la plataforma, ¿por qué no se ha vuelto sencillo como subir una historia a Instagram? Ese es el #ruidoblanco que rodea al canal. En una historia de Instagram no importa la producción, ni el resultado, es un momento efímero –muchas veces– que saldrá en vertical mostrando algo, pero no contando per se la historia.

Tenemos que salir de las historias verticales de cinco segundos y encontrar algo que facilite la edición del video. Se requieren codecs (software y hardware) que se hablen entre cámaras y celulares en una plataforma de postproducción que sea tan sencilla, y permita cosas tan complejas desde el móvil, que nos regrese al plano horizontal en la narrativa. Es fácil grabarnos jugando videojuegos, grabar cuando pasa una lagartija en un jardín, pero contar historias en audiovisual es, sin duda, un arte. Por algo, millones de personas se paralizan ante la llegada de una serie como Game of Thrones.

México tiene excelentes casas de producción y postproducción. Varias han encontrado un nuevo aire con la llegada de inversiones por parte de Netflix y Amazon a América Latina, pero sigue habiendo algo que se requiere dentro del éxito: conocimiento y capital humano con talento y ganas de no detenerse. El ambiente seguirá moviéndose pero la acción está en la creación de las historias. Hay cursos para prepararse, los avances digitales son extraordinarios y hay que aprovecharlos.

Hay empresas como Simplemente (simplemente.net), que están certificadas por Black Magic Design para entrenar a los futuros postproductores en DaVinci Resolve; o por RED para el uso de sus cámaras en el programa REDucación México; cursos de Final Cut; especializaciones en narrativas e historias. La forma de conquistar YouTube es haciendo videos en los que se es claro (sin ser presuntuosos) alrededor de lo que los apasiona. Cada uno lo es en su nicho, pero hay mucho espacio en el mundo audiovisual para hacer lo que genios como @MKBHD hacen pero, para una audiencia hispana, con necesidades diferentes a las del mercado de EU.

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