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#LaVozDeLosExpertos
Un día, Facebook anuncia Libra, su moneda digital, y en los siguientes días Bitcoin se recupera y sube como espuma de leche bajo el vapor de agua a presión en la máquina de espresso.
Una de las razones por las que muchos han visto con ojos extraños a las criptomonedas no es la falta de conocimiento para usarlas, más bien es en dónde utilizarlas.
Consumir o cambiar una pieza por otra del mismo valor o similar no es tan difícil. Hay ocasiones en las que vemos trueques que nos sonarían tontos pero, todavía hoy, el valor de ciertos servicios y objetos es subjetivo.
La digitalización de la información nos permite trazar un camino más claro alrededor del uso que hacemos de las cosas, de nuestro dinero y de los intereses ganados o perdidos. Todos estos términos, que toma mucha experiencia comprender, tienen un peso especial cuando hablas con alguien especializado en finanzas, pero van encaminados a la regularización y centralización.
Para utilizar Bitcoin tienes que pasar más por una clase de seguridad informática y contraseñas seguras, que sobre el uso de la moneda. La mayoría entendemos lo básico sobre intereses cuando perdemos o debemos dinero. Para entender lo que implica la digitalización de una moneda, lo que hay que buscar es: qué gana quien digitaliza.
Plataformas como PayPal, Mercado Pago, Broxel (de la tarjeta del metrobús) y otras, hacen dinero con las ganancias de lo que los usuarios han depositado en sus arcas. En vez de tener 100 pesos en tu cuenta de ahorro, que te da intereses, tienes 100 pesos líquidos en tu cuenta corriente, que no te da intereses, y estas empresas tienen 10 mil pesos para invertir y obtener intereses que usan para pagar parte de sus tecnologías, desarrollo y utilidades (además de cobrar o no por servicios u operaciones).
Cuando llevamos esto a las criptomonedas surgen dudas sobre las utilidades, el crecimiento basado en la oferta y la demanda y la genialidad de Satoshi de ponerle un techo al crecimiento de todas las monedas en volumen, no en valor.
Me parece interesante ver que muchos consideran a Libra, la moneda de Facebook, para transacciones digitales de “dinero”, una moneda digital más que una criptomoneda, por el tipo de árbol lógico que utiliza para guardar las transacciones, más que en bloques como lo hace blockchain. Pero, antes de meternos a tecnicismos, hay que comprender el ecosistema donde habitarán.
La propuesta oficial de que uno de los grandes nombres de la tecnología vea un espacio para digitalizar un valor económico, más que un valor de espacio de publicidad o comisión por mercancía vendida, hace más robusto al concepto general de las monedas digitalizadas, no centralizadas.
No hay que perderse entre el #ruidoblanco de las criptomonedas. Hoy existen más de mil 600 tipos. Ni siquiera encuentras proyectos mexicanos como TRADcoin en el wiki que trata de rastrear estas alrededor del mundo. Entre ese ruido lo que importa es separar las caras que hacen que esas monedas tengan valor: inversión y transacción. Algunos proyectos de criptomonedas se basan en industrias como Bienes Raíces, Salud, Tecnología, etcétera. En la transacción, el consumidor final debe entender en qué puede convertir esa inversión digital.
Con monedas digitales podría ser posible comprar pizzas, servicios digitales o tal vez incluso el super desde WhatsApp (como anunció Walmart esta semana). Libra abre las puertas a la posibilidad de un mundo en el que puedas hacer más cosas de manera global con una única moneda y eso, sin duda, está ayudando a las demás monedas a retomar su importancia.