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#LaVozDeLosExpertos
“And if we detect any suspicious activity we're gonna do a full forensic audit.” —Mark Zuckerberg, CEO Facebook
En 1964 Eugene Burdick escribía la novela política ‘The 480’, inspirado en el investigador y profesor de ciencias sociales del MIT, Ithiel de Sola Pool. El académico es conocido en el mundo real por acuñar la palabra “convergencia” para describir el efecto que tienen varias innovaciones científicas en la sociedad en un mundo futurista. En el prefacio, Burdick explicó que esperaba que su libro ilustrara ‘las realidades políticas de hoy y los peligros políticos del mañana’.
La novela critica los efectos sociopolíticos por el uso de computadoras para ejecutar simulaciones masivas que predicen la reacción del público ante ciertos planes o movimientos políticos (propuestos) antes de implementarlos. Tales simulaciones facilitan la manipulación de la conciencia pública. Bueno, pues el mañana está aquí, y sus peligros superan incluso la imaginación de Burdick.
El #ruidoblanco generado esta semana sobre el tiempo que le tomó a Facebook hablar públicamente sobre el impacto de sus políticas de acceso, recolección y uso de los datos personales de sus usuarios por parte de Cambridge Analytica (y otras aplicaciones) fue noticia, entretenimiento, pero principalmente: terror. Al encontrarme con ‘The 480’ no sabía si llorar, hacer una broma como que el autor era como los Simpsons Profetas, o simplemente apagar todo e irme a dormir. Desde mediados de los años 60 nos había avisado y permitimos que el acceso al chisme y al calendario onomástico (los verdaderos usos de FB) nos ganaran.
Teníamos una novela, basada en hechos reales, hablando de lo que podría pasar con computadoras almacenando y utilizando la información de 480 grupos muestra de electores en Estados Unidos durante la época de JFK para hacer simulaciones con una computadora IBM de tarjetas perforadas. Llegamos al momento en que cantidades descomunales de datos recorren servidores a través de acuerdos de servicio entre plataformas y usuarios, así como de las plataformas con desarrolladores. Si algo aprendimos de Facebook, a diferencia de algunas otras plataformas, es que se alimenta del contenido de los demás sin buscar nutrir al ecosistema del que se alimenta.
Recordemos que Cambridge Analytica es solo uno de los varios desarrolladores con acceso a millones de datos de perfiles en Facebook. Esto llevó a la generación de desinformación e información dirigida específicamente a la manipulación de la decisión de personas y grupos enteros a través de publicaciones pagadas, que luego se compartían de forma orgánica. El poder que le dimos a Facebook rebasó su verdadera función: ser el calendario de cumpleaños, fotos de crochet y ‘quizzes’ (encuestas). Esto nos deja con la pregunta que debemos hacernos de todos los productos a los que damos acceso a nuestros datos como “moneda corriente”: ¿pagaría por el servicio si no fuera gratis a través de la publicidad?
¿Estarías dispuesto a entrar gratis al cine dando tu billetera (sin dinero) para que guarde una copia de los números de tu tarjeta, las fotos de tus familiares y amigos, tu tarjeta del gimnasio, de cliente frecuente de X servicio; y permitirle que lo pueda intercambiar con quienes le proveen las palomitas, los refrescos y los que se anuncian antes de la película? ¿Pagarías por una versión sin anuncios de Facebook con un mayor control sobre el acceso de terceros a tus datos?