#LaVozDeLosExpertos
Experiencia, una de las palabras que más peso ha tomado en los últimos años.
Todo se asocia a la manera en la que se presentan las cosas para vivirlas. Puede ser que tengamos un cariño especial por conocer lo que es auténtico, lo que es histórico, lo que es natural o lo que está hecho a nuestra medida. Ahora imaginemos que podemos asociar a la persona todavía más con los destinos que visita, a tal nivel que sea genético.
Aunque en México uno puede hacerse la prueba de ADN con firmas como 23andme, es claro reconocer la importancia que ha tomado la composición genética para fines médicos y de reconocimiento personal. Cuando nacemos nos volvemos parte de un árbol genealógico y, aunque algunas familias tienen la fortuna de contar con historiadores en cada etapa, otras pierden el hilo tras tres a cuatro generaciones (o menos). Pero la información genética tiene sus encantos para decirnos o asomar ciertas raíces afines a nuestra personalidad, ya sea un gusto inusual por las gaitas o por vacacionar en barcos.
Me encanta pensar que biológicamente hay un modo de almacenamiento tan eficiente que logra comprimir nuestro ser a la mitad. Nos guarda en 23 cromosomas en una célula que se puede juntar con otra que tiene la información comprimida de otra persona. Al juntarse, 23 cromosomas provienen de la madre y 23 del padre; y de sus ancestros y de sus historias; entre ellas la de haber sobrevivido en un entorno que ha ido cambiando por más de 200 mil años.
Como humanos hemos llegado a los lugares más recónditos y, si bien me alegro que a varios los hemos dejado “descansar de nosotros”, es verdad que nos llena de energía revisitar nuestros caminos, ciudades, regiones.
Hace pocos días Airbnb anunció la llegada de @AngelaAhrendts a su consejo de administración. Ella fue vicepresidenta de retail de Apple y CEO de Burberry (sí, la de las gabardinas). Viéndola interactuar la semana pasada durante el C2 de Montreal queda claro que no solo el evento fue creado por un genio de las experiencias, sino que también las economías estimulan la colaboración y crean un tejido social y empresarial entre comunidades creativas.
El ir desarrollando nuestros nuevos hogares nos lleva a buscar el pasado que nos forma. Ese pasado que puede estar basado en experiencias, aunque no tengas tu árbol genealógico a la mano.
Sorpresivamente llegó algo que no me esperaba ver tan rápido: ¡experiencias de viaje basadas en tu composición genética!
Bajo total anonimato lo que se realiza es una personalización de lugares que son altamente significativos, también lo pueden ser para tus familiares genéticos, aunque no sean tus familiares sanguíneos (o tal vez lo son sin saber, pero esa es otra historia).
23andme presenta los reportes ancestrales con ubicaciones y experiencias asociadas a las personas con cierto porcentaje de contenido genético de alguna zona del mundo. Es decir, que si tienes un código genético conformado 50% con genes comúnmente encontrados en una geografía como la península Ibérica; 35% genes nativos del continente americano; 15% africano; e incluso 0.4% griego; al entrar a tu reporte verás experiencias asociadas a visitar esos lugares.
Sin caer en el #ruidoblanco generado respecto a nacionalidades (como hizo Aeroméxico con su campaña de descuento de acuerdo al porcentaje mexicano de cada persona) la idea es interesante pues promueve el interés por nuestra historia, con la oportunidad de conocer lugares que, con cierta probabilidad, algún pariente disfrutó.
Una de las cosas que desconocía al ver las experiencias asociadas a mi perfil eran las maravillas volcánicas de las Islas Azores, por dar un ejemplo sencillísimo.