“Life comes from physical survival; but the good life comes from what we care about.” ― Rollo May
Una de las entretenidas series disponibles en Netflix es The Good Place. Esta serie da a entender que se trata sobre la vida después de la muerte; del infierno y el cielo; del bien y el mal. Una serie con cierto análisis respecto al sentido de vivir una buena vida, con ética, moral, y claro, con comedia. Nada como ver el tema como comedia, más estando alrededor de la celebración del Día de Muertos, aunque la buena vida también tenga que ver con nuestra convivencia en línea.
Hace menos de cuatro décadas no existía el Internet en las casas, muchas ni siquiera contaban con TV por Cable, por lo que el mundo contaba con horarios de entretenimiento. Pero en la actualidad el entretenimiento se encuentra bajo demanda, y nosotros decidimos cuándo y durante cuánto ver algo. Ya no se reúne la familia a ver un programa en un lugar para luego llevar a los niños a dormir y ver las noticias de la noche.
La actualidad, en teoría, es un mundo mucho mejor. Decidimos lo que vemos y podemos pagar por no ver o escuchar anuncios (en algunos casos), estamos en contacto inmediato (si contestan o no nos han bloqueado) con casi cualquier persona cercana. Pero al mismo tiempo vemos que ¡esto incrementa la polarización de la sociedad!
Brasil, uno de los países con mayor cantidad de usuarios de Facebook y otras redes sociales (los que hicieron famosos a Orkut, la primera red social de Google), tuvo elecciones. El resultado fue muy cerrado, pero ganó un militar y eso es algo relativamente extraño dado que la dictadura militar en ese país terminó hace 33 años (marzo 1985); es decir solo se han sumando dos generaciones de nuevos electores. Es impresionante como me recuerda esta elección a la de Estados Unidos, pero las polarizaciones crecen y la tensión aumenta.
Es un escenario casi apocalíptico, no se trata de #ruidoblanco, ya que estamos en una realidad donde no hay agua por tres días en una zona metropolitana de cerca de 20 millones de habitantes (bien por la gente en Xochimilco y Milpa Alta); una caravana migrante de personas que prefieren caminar cientos a miles de kilómetros porque su vida no es digna; inundaciones debido al incremento en repetición y fuerza de huracanes; nos peleamos en vez de ayudarnos.
¿De qué sirve este “buen lugar” si vamos a hacerlo uno de polos y no uno de acuerdos? ¿Cómo contribuimos cada uno a poder vivir y encontrar los puntos de acuerdo entre posturas de desacuerdo? Es hora de poner a la tecnología, poner esa capacidad que ejercemos todos los días de elegir qué y cuándo ver algo, a armonizar nuestros compromisos con los demás y entender que lo importante es mantener un nivel sustentable de vida, con sus diferencias, pero sostenible.
Las ciudades inteligentes con más sensores y monitoreo de consumos serán importantes para la convivencia. Los gobiernos van a medir la manera en que se utilizan los recursos y se podrán destinar bienes a cosas como las de esta semana estilo “cómo consumimos y cuidamos el agua” pero también para tránsito y respeto del aire de los demás. Convivir en sociedad requiere mucha información, y disponibilidad, los mexicanos ponemos la mejor cara, pero la tecnología puede agregar transparencia y facilidad para llevarnos a ese momento sostenible que requerimos como megalópolis.