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EL UNIVERSAL reveló el martes pasado que el Departamento de Justicia de Estados Unidos y su Comisión de Seguridad y Cambios (SEC) investigan a Enrique Peña Nieto por un presunto soborno para que autorizara a su director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, comprar Fertinal a un escandaloso sobreprecio. La petrolera pagó en 2015 por la ya privatizada productora de fertilizantes 635 millones de dólares, no obstante que era una empresa insolvente que arrastraba una deuda millonaria.
El expresidente, por supuesto, negó la información y en línea con su desmentido, Fabio Massimo Covarrubias Piffer, quien como dueño de Fertinal vendió su empresa a Pemex, dijo que jamás conoció a Peña y a Lozoya y que su empresa era eficiente y productiva al momento de cerrar la operación, de acuerdo con la carta aclaratoria que envió a El Gran Diario de México y que, en atención a su derecho de réplica, se publicó ayer jueves.
Una historia que esta columna publicó el 8 de septiembre de 2003 contradice tales asertos y evidencia conflictos de élites neoliberales, ahora reciclados, cuando uno de sus protagonistas está en la cima del poder con la 4T.
El 28 de agosto de aquel año, las cuentas de cheques, ahorros e inversión de ING Comercial América S.A. de C.V. amanecieron congeladas hasta por 300 millones de dólares, monto del seguro reclamado por Fertinal para enfrentar los daños causados a su subsidiaria en Baja California Sur, Minera Rofomex, por el huracán Juliette ocurrido el 27 de septiembre de 2001.
El 4 de junio anterior a la fecha del siniestro, el hoy jefe de la oficina de la Presidencia, Alfonso Romo Garza había vendido su aseguradora Comercial América a la holandesa ING en una operación de 790 millones de dólares, aunque por acuerdo con los compradores permaneció como asesor estratégico y su consuegro, Adrián Páez siguió como director general.
El congelamiento de las cuentas bancarias de ING, en ese momento la mayor aseguradora del país con siete millones de clientes y más de mil 800 millones de dólares en activos financieros, sacudió al gobierno de Vicente Fox quien ordenó la intervención de su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, hoy emproblemado tras la declaratoria de quiebra dictada el viernes pasado a la perforadora petrolera Oro Negro de su hijo Gonzalo Gil White y su sobrino José Antonio Cañedo White.
Gil Díaz buscó mediar ante el congelamiento de cuentas de ING dictado por el juez cuarto penal de Morelos, José Bernabé García en un litigio penal que fue largo y confrontativo.
La aseguradora holandesa solo reconocía una indemnización de poco más de trece millones de dólares, no los 300 millones de dólares reclamados por Fertinal. Su argumento era que la póliza, contratada en 1998 con Comercial América (cuando el dueño todavía era Alfonso Romo), no fue debidamente reasegurada.
Pero Fabio Covarrubias insistía en el monto de lo reclamado, no solo por lo bajo de la suma ofrecida por ING, sino porque en el cobro de esos 300 millones de dólares basaba su estrategia para salvar a Fertinal de la quiebra.
La situación era tan desesperada para Covarrubias que, en medio del litigio y en un procedimiento judicial pocas veces visto, la PGR inició un juicio para salvar de la quiebra a Fertinal, empresa que antes era pública (se llamaba Fertimex) y fue privatizada en 1992 por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Fue así que se presentó una demanda de concurso mercantil porque según Hacienda, encabezada por Gil Díaz, su quiebra “pondría en riesgo la estabilidad económica y social del Estado mexicano”. No era, por cierto, la primera vez que Covarrubias entraba en procesos legales de ese tipo ni que su nombre apareciera en casos escandalosos como el de Banco Unión, en el que fue socio de Carlos Cabal Peniche.
En medio del embrollo, el enojo de Alfonso Romo llegó a su punto más álgido cuando se dictó una orden de aprehensión contra su consuegro Adrián Páez, a la sazón director general de ING, que no se concretó tras el acuerdo alcanzado en tribunales administrativos luego de seis años de litigio, mediante el cual ING pagó en 2007 a Fertinal 94 millones de dólares.
No sugerimos que el caso Fertinal tenga como razón de fondo una venganza, ni conozco al señor Romo como para atribuirle un carácter vindicativo. Lo que sí parece claro, al recordar esta historia, es que las circunstancias lo han colocado en una situación que le permitiría apurar pronto ese plato que se sirve frío.
Instantánea:
LA RENUNCIA. Aquí se lo adelanté el pasado 15 de mayo: “Operan priistas para sacar a Narro de la elección interna” (http://cort.as/-K-xt). Finalmente, los mismos que lo promovieron solo para ser el verdadero poder tras el trono, retiraron su apoyo a José Narro. Se percataron que no conseguiría la presidencia del tricolor vía elección abierta. Una lástima que el exrector de la UNAM, de los mejores, por cierto, se haya dejado embarcar en esa aventura. Tuvo que renunciar a su larga trayectoria en la máxima casa de estudios y ya no podrá ser honrado como rector emérito. En aras de la casi imposible unidad priista, el senador verde Manuel Velasco, operador de la 4T con la oposición, maniobra para hacer a un lado de la contienda, al impresentable Ulises Ruiz.
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