Los días previos a la ceremonia de investidura de mañana, Andrés Manuel López Obrador se ha dejado ver relajado, de excelente humor. Se entiende que así sea porque llega a una meta buscada, si no es que en toda su carrera política sí, claramente, durante los últimos 18 años. Pero tal contento ya no se entiende tanto, si se asume que el arribo a esa meta marca el arranque de otra carrera que se vislumbra llena de obstáculos, pues no solo incluye la responsabilidad de gobernar a un país atiborrado de problemas y rezagos, sino también el compromiso de transformarlo para bien.

La semana previa a su asunción al poder, AMLO concluyó su road show mediático con una larga conversación con periodistas de La Jornada. Después se abrió un espacio de calma y reflexión que contrastó con la hiperactividad mostrada durante los cinco meses que corrieron desde que ganó la elección del pasado primero de julio.

No fue menor la sorpresa que el martes por la noche se llevaron visitantes y huéspedes del hotel Four Seasons de Paseo de la Reforma al ver entrar al presidente electo. Llegó a una cena inimaginable en los protocolos de la política mexicana. Se sentó a la mesa con el legendario Roger Waters, fundador de la banda británica Pink Floyd quien llegó a México a ofrecer un par de conciertos. No sé si AMLO haya tenido o tenga predilección por el rock progresivo inglés. Lo que sí parece claro es que el presidente electo comparte las preocupaciones y el activismo de Waters por los desaparecidos de Ayotzinapa, cuyos familiares serán protagonistas de su primer acto de gobierno, el lunes próximo, cuando conforme la Comisión de la Verdad sobre el caso.

El miércoles por la mañana recibió en el AICM al presidente de la comunidad autónoma de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, un controversial político español que se hizo famoso por prescindir del auto oficial y llegar en taxi al Palacio de la Moncloa. Se hicieron amigos cuando lo invitó a Cantabria, en septiembre del año pasado, a conocer la tierra natal de su abuelo José Obrador Revuelta, quien llegó a México de polizón en un barco a principios del siglo XX.

Juntos tomaron el avión a Palenque, donde los alcanzó otro amigo, ícono éste de la nueva trova cubana, Silvio Rodríguez, con quien ha recordado poemas de Nicolás Guillén, sus alabanzas a la negritud.

En ese ambiente, ahí en la finca La Chingada, ha dado los toques finales a dos discursos: el que pronunciará mañana a las 11 ante el Congreso y el que dará a sus huestes, a las cinco de la tarde, desde el balcón central de Palacio Nacional. Dicen los que saben que, de ambos pronunciamientos, ya como jefe del Estado mexicano, habrá señales importantes para un país que está en vilo. Igual los millones que votaron por una esperanza de cambio verdadero que los otros tantos sacudidos y hasta decepcionados, por la incertidumbre de sus mensajes contradictorios que han incidido en la desconfianza y el temor.

No recuerdo, en 40 años de periodismo, una expectativa tan grande ante un cambio de gobierno. Para medirla, acaso sirvan estos dos datos: 800 invitados (30 de ellos jefes de Estado y de gobierno confirmados) y mil 800 periodistas acreditados. Estamos, para bien o para mal, frente a un hecho histórico.

INSTANTÁNEAS: 1. RESPUESTA. Referimos aquí el viernes pasado las acusaciones de tráfico de influencias y engaños que algunas empresas del sector petrolero han enderezado contra Grupo Acura y dimos cuenta que buscamos, sin éxito, la respuesta de sus directivos. Finalmente llegó en forma de réplica que, en acatamiento a su derecho, EL UNIVERSAL publicó ayer. Como el representante legal Leonardo Martínez Zurita pidió que las precisiones respecto a la información fueran publicadas en el espacio de esta columna, aquí están: Acura no tiene relación con Pemex desde 2009 y, en 2015, solo hizo una prueba industrial de cierta tecnología; reconoce relación con Envases y Laminados S.A. de C.V. solo como competidora de un mismo mercado y que en algún momento se dijo interesada en adquirir una división de la empresa; y le alarma que se use el nombre de empresa y colaboradores sin consultarles. Ahí está la respuesta de la contraparte.

2. NOMBRAMIENTOS. A Pemex Exploración y Producción (PEP), la subsidiaria con más presupuesto e ingresos de la empresa productiva del Estado, llegará como director Miguel Ángel Lozada Aguilar quien, hasta antes de sumarse al grupo de transición, fungía como subdirector de Aseguramiento Tecnológico. Octavio Romero Oropeza, quien será su jefe a partir de mañana, le notificó el nombramiento, pero le leyó la cartilla. De manera que ya empezó a desmarcarse de sus vínculos con directivos de las anteriores administraciones panistas y priistas que, por medio de funcionarios heredados, mantienen contratos millonarios. Le dio la instrucción precisa de cortar cabezas de quienes han sido señalados de corrupción, entre otros, aseguran, José Luis Fong Aguilar, subdirector de producción Bloques Norte; Héctor Mandujano Santiago, administrador del Activo Bloques Norte 01; y Octavio Barrera Torres, subdirector de Confiabilidad.

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