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Pasadas las diez de la noche del viernes, esperaba en mi casa la anticipada llegada de amigos y “cómplices” de andadas de la LXII Legislatura. Dicha sea la verdad, recién me acababan de sacar la última muela del poco juicio que me queda, y con media boca adormecida suplicaba descanso.
Esta reunión nocturna prometía mucho, por lo menos por su clandestinidad —que siempre suena atractiva—. Sin embargo, mi romanticismo fue cayendo en el pragmatismo con las llamadas y mensajes de disidencia que me rescataron de mis delirios de conspiración y me regresaron a la realidad.
Pero dejando a un lado las quejas, por ahí dicen que se es diputado tres años, pero la mala reputación es de por vida. Ah, pero reto a duelo a quienes se atrevan a sostener tal acusación con quienes tuvimos la oportunidad de participar en la LXII legislatura. Varios llevamos la cruz a cuestas: peleamos, trabajamos, nos arriesgamos, nos quemaron en leña verde, y en ello se nos fue la vida.
No dudo que de entre los 500 diputados, la gran mayoría —especialmente priístas y verdistas (interpreten)— pasaron sin pena ni gloria, sin saber qué ocurrió esos tres años. Empero, entre algunos —contados, por supuesto— no todos fuimos comparsas de lo que los coordinadores quisieron que fuéramos, y pagamos el costo por nuestra oposición y acción a consciencia.
Estoy más que consciente de que pocos saben, pero es tiempo de que se enteren, porque no hay precedente. Panistas, perredistas, petistas, aliancistas votamos producto de un acuerdo de consciencia: el “Foro de los Pares”.
No votamos por consigna y nos costó caro nuestra posición independiente. Algunos tuvieron que abandonar al partido en el que militaron por décadas, algunos tuvimos que sufrir la apuñalada traidora de quienes son traidores por naturaleza, porque no venden a su madre sólo porque está muerta.
Y es que en la LXII Legislatura federal, más de 20 diputados de diferentes partidos, incluyendo a PAN, PRD, PT, NA y PV, conformamos el “Foro de los Pares”, cuyo objetivo fue promover la reflexión, el análisis y la discusión razonada y respetuosa en el Congreso, a partir de un espacio colectivo que respondiera a los verdaderos intereses de los mexicanos.
Un espacio abierto de deliberación colectiva, que tenía como premisa la pluralidad y el respeto a las diferencias, y la voluntad de dialogar y construir acuerdos con legisladores de todas las fuerzas políticas que representaban verdaderamente intereses nacionales.
Pese al dogma del “diputado canica”, que para efectos prácticos significa que el coordinador de cada grupo parlamentario cuenta como canicas al número de integrantes de su bancada, a quienes puede instruir en qué sentido votar en cada asunto en particular, el Foro de los Pares implicó una variable disruptiva.
Así, algunos de los Pares tuvimos el atrevimiento de votar en contra de las instrucciones de nuestros coordinadores. Y, aunque ni la prensa ni las redes sociales dieron cuenta de ello, rompimos con la “disciplina partidista”, y creamos un escenario de disrupción que alteró las cuentas aliancistas de los coordinadores. Dimos una patada en el tablero de ajedrez tan acomodado que el PRI tenía consensuado con PAN, PRD y resto de los partidos en el periodo legislativo 2012-2015.
Cada uno de nosotros éramos conscientes de la responsabilidad que teníamos con el país y sus habitantes, dispuestos a cumplir con ella, pese al costo que pudiera traer políticamente —que en muchos casos fue elevado.
Pero el viernes pasado, nunca en la plática surgió el interés personal de nadie por ocupar un cargo en el quehacer en la política nacional —para eso están los Meadistas y los “panistas-rebeldes” aferrados al hueso—.
La preocupación colectiva se centró en el quehacer para lograr la efectividad de las reformas que nuestra legislatura aprobó, y que luego fueron desvirtuadas. En cómo asegurar que el proyecto de nación que aprobó reformas para la redistribución de la riqueza, verdadera competencia, un sector financiero competitivo, educación, telecomunicaciones, seguridad social y seguridad, todas ellas a nivel constitucional, fuesen realidad.
Qué patética ha sido la labor de la LXIII Legislatura y del Senado de la República. Lo único que han hecho es dar marcha atrás con todo lo que pudo avanzarse respecto a las tan publicitadas “reformas estructurales”.
Por ello, el Foro de los Pares, integrado por ex legisladores y miembros de distintos partidos políticos, está convencido de la necesidad de generar una agenda de interlocución con los candidatos a la presidencia de la República, para interpelarlos y conocer su postura respecto a los avances y retrocesos en relación a las reformas estructurales.
Es evidente que no podemos seguir bailando al son del “dos pasitos pa´ delante y un pasito pa´ detrás”. No somos Estados Unidos, no podemos darnos ese lujo. El futuro está en nuestras manos, así que “Va por México: Es compromiso del Foro de los Pares”.