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En el año 2011, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas estableció el 21 de marzo de cada año para conmemorar el Día Mundial del Síndrome de Down para generar conciencia de esta condición y reafirmar la dignidad, el valor y los aportes que se han realizado a favor del bienestar, la aceptación de la diversidad y la inclusión en sus comunidades.
Así, esta conmemoración pretende destacar lo trascendente que resulta que logren su autonomía, independencia individual y libertad para tomar sus propias decisiones.
Sin embargo, aún existen asuntos pendientes que demandan sensibilización social, compromiso de los gobiernos y adopción de medidas para que las personas con esta condición tengan las mismas oportunidades que el resto de las personas, además de funcionar como un medidor del interés que este tema despierta en la sociedad.
El síndrome de Down es una combinación cromosómica natural. Ha estado siempre presente en la humanidad y en todas las regiones del planeta; genera diversidad en los estilos de aprendizaje y en las características físicas. Si bien en el pasado fue considerada una enfermedad, actualmente se tiene conocimiento de que esta condición representa una mínima discapacidad cognitiva; una adecuada atención asegura un desarrollo pleno e integral en todos los campos: educativo, laboral y social.
Para que todas las personas con esta condición se integren socialmente en igualdad de oportunidades, se requiere asegurar el acceso adecuado a la atención de la salud, a los programas de intervención temprana y a la enseñanza inclusiva, además de recursos para la investigación continua.
Según Naciones Unidas, la incidencia estimada del síndrome de Down a nivel mundial es de 1 de cada 1 000 recién nacidos. Las complicaciones de salud posibles de personas con esta condición se vinculan con cardiopatías, susceptibilidad a infecciones y desarrollo de leucemia. La esperanza de vida de estas personas supera los 50 años de edad.
La calidad de vida y la salud de quienes viven con este trastorno genético puede mejorarse con condiciones sanitarias apropiadas: chequeos regulares por profesionales de la salud para vigilar su desarrollo físico y mental, así como una fisioterapia, asesoramiento o educación especial.
La combinación del cuidado y apoyo familiar, la intervención médica oportuna a través de sistemas de apoyo comunitarios, un sistema de educación incluyente y oportunidades de inserción social y laboral permiten alcanzar nivel óptimos de vida para estas personas, ya que promueve la participación social y el desarrollo del potencial personal.
Esta conmemoración nos moviliza para concientizar sobre la importancia de enriquecer nuestra sociedad a partir de la aceptación de la diversidad. Nos brinda una oportunidad para reflexionar acerca de las medidas que aún son necesarias para habilitar a las personas con síndrome de Down para que puedan expresarse, para que sean escuchadas e influyan en la política y acciones del gobierno con el propósito de lograr una integración total.
Como sociedad necesitamos amar las diferencias, porque nadie es perfecto. Logramos la perfección cuando amamos, cuando nos reconocemos, cuando nos incluimos.
Logramos la perfección cuando somos capaces de ponernos dos calcetines diferentes y mirarnos en la profundidad de los ojos de un semejante.
Hasta pronto desde otra tribuna... Queridos lectores, porque ésas son las reglas, me despido de este espacio en el que he compartido con ustedes mis reflexiones sobre los más diversos problemas que nos atañen desde el ámbito nacional como el internacional.
Agradezco a EL UNIVERSAL la oportunidad de expresarme y exponer mis ideas, y a ustedes, mis lectores, por estar siempre conmigo. Muy pronto sabrán de mí y les prometo que no los defraudaré y que haré siempre lo mejor con el corazón por delante y la inteligencia de por medio.
Gracias siempre.