Paulina Lavista

Un santuario para los ajolotes

Un santuario para los ajolotes
26/05/2018 |00:51
Redacción El Universal
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A principios de los años 70, Salvador Elizondo me llevó a interesarme en los ajolotes, cuando aún se podían comprar estos asombrosos animales en los mercados y acuarios de la Ciudad de México. Yo adquirí un primer ejemplar en 1971 y comencé a fotografiarlos y a investigar sobre ellos.

Desde entonces siempre he tenido ajolotes en mi casa, y hasta el día de hoy he presenciado momentos extraordinarios. Por ejemplo, en la fotografía que hoy publico se puede observar que la mano del ajolote de la derecha sufrió un traumatismo. Se le ha caído la carne y sólo le quedan los huesos del esqueleto. ¡Sí!, el ajolote perdió el brazo y la mano y ante mis ojos ¡le volvió a crecer! Es decir, el ajolote puede perder un miembro de su cuerpo y recuperarlo por completo.

Por sus curiosas características genéticas y su extraordinaria apariencia, el ajolote, (del náhuatl axólotl), en la variedad mexicana (ambystoma trigrinum), común habitante de los lagos fríos del altiplano hasta hace dos décadas y hoy en peligro de extinción, ha llamado la atención tanto de naturistas y biólogos, como de artistas de diversa índole.

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Hace unos días me enteré por las últimas investigaciones que han hecho los biólogos y gentetistas de la UNAM que este animal posee algo realmente asombroso: ¡TODO SU CUERPO, DICE SU ADN, ESTÁ FORMADO POR CÉLULAS MADRE! O sea que potencialmente el mito de que, como alimento, el ajolote era un gran tónico para niños anémicos, se corrobora. Puede entonces el ajolote ser un salvador de enfermedades y ayudar a la humanidad en ese rubro, pero está en peligro inminente de extinción.

Creo que para México y para la humanidad sería una pérdida irreparable que este animalito desapareciera.

Ahora, con el cambio de gobierno y demás, sería importante que el nuevo Presidente prestara atención al potencial de este animal. ¿Cómo? Creo que se podría pensar en crear un verdadero santuario de preservación y estudios avanzados a gran escala. Una reserva con filtros en al agua y alimentos necesarios para procurar su reproducción y salvarlo.

El ejemplar de ajolote que tengo tiene una edad aproximada de 10 años, está fuerte y robusto; lo alimento con lombrices del jardín. Vive en una pecera a la que le he hecho una casita con teja donde se resguarda, le cambio el agua dos veces a la semana y lo fotografío periódicamente. Continuará...

En esta ocasión, por falta de espacio, no cabe el comentario de Salvador Elizondo que aparecerá en una segunda parte en mi próximo Pie de foto.


***Foto: El ajolote mexicano está actualmente en peligro de extinción. (CORTESÍA PAULINA LAVISTA)