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Me permito alegrar un poco a los lectores, dentro del caos que es este mundo actualmente, con esta fotografía que tomé de mi modelo favorita, Robin, quien en esta ocasión trabajó conmigo en una sesión de fotografías para intentar recrear imágenes a la manera “renacentista”. Posó sin maquillaje alguno, en un escenario neutro, iluminado con luz natural. Robin era el arquetipo perfecto, su figura de proporciones áureas se prestaba para el juego.
Salvador Elizondo escribe:
Cuaderno de Diario 34, pág. 169
Martes I de mayo, 1973. —Hoy nada. Paulina va a hacer fotos de Robin. Yo me quedaré aislado aquí en este lado de la casa. Paulina no me permite asistir a la sesión de fotos.
Vino Robin, Paulina le hizo fotos. Se puso sentimental. Es una mujer sentimental. Lloró mucho y se puso muy bonita. Yo la deseaba mucho y quería tenerla, pero no podía, por Paulina. Siempre lo mismo. Fue lo mejor…
Fin de la jornada. Hoy todo el día me lo pasé escribiendo cartas. Logro más o menos ponerme al corriente en mi correspondencia,
Un problema interesante: La transformación de la energía en la producción de la obra de arte. Si un soneto de Shakespeare se pudiera volver a convertir en la energía necesaria que la produjo, seguramente, se podrían levantar torres, o hacer puentes o ir a la luna sin el menor esfuerzo….
En la foto: Robin, mi modelo favorita, un primero de mayo de 1973 (PAULINA LAVISTA)