No recuerdo el día, mes o año exacto en que conocí a Gabriel Zaid personalmente. Salvador Elizondo me había hablado de él, como poeta, con admiración, y en sus recuerdos de juventud me contaba que lo había conocido en Roma, cuando Elizondo era aspirante a pintor y se había ido a vivir a Italia para aprender y experimentar con la pintura. Salvador rentaba una suerte de atelier en Via del Babuino y alguien le pidió hospedaje para un amigo. Este amigo de su amigo resultó ser Gabriel Zaid. Salvador me contaba: “... Hacia 1954 vivía yo en Roma. Había yo dejado la llave con la portera para que entrara el amigo de mi amigo. Cuando llegué a mi estudio me encontré con un joven alto y espigado vestido de explorador, con sombrero estilo sarakof, sleeping bag, botas y todo el equipo profesional de un genuino explorer. Le di hospedaje por una o dos noches y curiosamente él durmió en su sleeping bag. Era Gabriel Zaid, quien me pareció un tipo muy interesante”.

Hacia 1975, un tiempo después de su regresó a México, Octavio Paz convocó a jóvenes y no tan jóvenes escritores y pensadores para fundar el Consejo de Redacción de la naciente revista Plural. Gabriel Zaid y Salvador Elizondo formaron parte de este Consejo. Fue entonces cuando Salvador se reencontró con él y empezamos a ver a Gabriel Zaid con frecuencia en la reuniones en torno a la flamante revista. Más adelante se casó Gabriel con nuestra querida amiga la pintora Basia Batorska y nuestra amistad con Gabriel y Basia creció.

De ahí en adelante, Gabriel siempre nos mandaba (y me sigue mandando a mí) sus libros y leíamos con admiración sus textos y recuentos críticos sobre la poesía y otros temas.

Cerca de 1977-1978 organizamos un fiestón de Año Nuevo en casa y aunque teníamos dudas de que asistiera, por los principios éticos particulares de Gabriel, lo invitamos y, para nuestra sorpresa, llegó con Basia. Gabriel Zaid bailó, bebió champagne y fue así que disfrutamos de un Gabriel mundano y encantador.

Para mí, Gabriel es un gran conversador, muy inteligente y afable, un crítico agudo con gran sentido del humor, y aunque lo veo poco, cuando hablo con él por teléfono la paso muy bien y me congratulo de ser su amiga. Es también Gabriel un hombre muy generoso, como me lo demostró cuando en mi faceta de videobiógrafa le pedí un texto (Gabriel no da entrevistas a nadie ni se deja fotografiar, so pena de demandar al fotógrafo que tenga la osadía de publicar su imagen) sobre José Luis Martínez para un programa que realizaba yo sobre el historiador, y muy cumplidamente Gabriel escribió una magnífica cuartilla para mi programa que leyó el escritor Javier Aranda con su maravillosa voz y que fue el fundamento de la narración de mi video. Asimismo le pedí permiso a Zaid, y me lo dio, de tomar el título de su texto para mi programa: “José Luis Martínez, curador de las letras mexicanas”.

Gabriel Zaid en un personaje literario enigmático que se ha mantenido al margen de la “fama” y las parafernalias de los premios, becas y autopromociones, sin embargo es muy admirado por sus colegas escritores por la gran variedad de los títulos de sus libros.

Toda su vida ha trabajado en su profesión de ingeniero, que ha combinado con la escritura de cientos de textos de diversa índole. Obviamente es muy disciplinado y meticuloso, capaz de brindarnos un libro extraordinario, como el recientemente publicado, Cronología del progreso, ( cuya dedicatoria a mi persona ilustra mi texto). Es un resumen clasificado de la historia del progreso, un tema fascinante que me remitió al libro del científico Clark sobre los grandes descubrimientos de la historia de la modernidad, entre otros el de la fotografía, que tampoco olvida Gabriel, aunque en este punto Zaid le da el crédito del descubrimiento de la fotografía a Daguerre y sin embargo la historia también lo atribuye a Nicéphore Niépce, quien en 1826 consiguió hacer la primera fotografía.

Los herederos de Niépce ganaron ante la Academia Científica de Francia y ahora, me parece, a ambos pioneros se les atribuye el descubrimiento. El método de Daguerre era crear un negativo que con mercurio lo positivaba y resultaban piezas únicas; el de Niépce fue con sales de plata y “betún de Judea”, pero para mí el verdadero genio fue James Fox Talbot, quien fue el que descubrió el principio del negativo, lo que permitió que de un negativo se pudieran hacer miles de positivos.

Me uno con entusiasmo a las celebraciones por los 85 años que cumple Gabriel, orgullosa de ser su amiga y del privilegio de haberlo conocido. ¡¡¡Felicidades Gabriel!!!

***En la foto: Dedicatoria de Gabriel Zaid (CORTESÍA PAULINA LAVISTA)

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