El deporte tiene como característica ser una herramienta de unidad, solidaridad, respeto e igualdad. A través de los años ha sido el único capaz de hermanar razas, su poder es prácticamente intangible y su influencia en la sociedad lo hace capaz de crear y generar identidad.
“El país de la libertad”, sí, así se autodefine Estados Unidos de América, el presidente de la nación más poderosa del mundo ha puesto al descubierto el malestar de sus minorías, Donald Trump reabrió en el momento menos oportuno el expediente Kaepernick, justo cuando la mayoría de los estadounidenses lo calificaban como no apto para dirigir su país y en medio de una crisis por su desatención al desastre que el huracán María dejó en Puerto Rico, Trump enfocó su atención en la NFL, sus jugadores y por qué no, en su ego.
Donald Trump no lo pensó, en un acto con tintes y estrategia meramente política se fue duro y directo hacia la Liga Profesional de Futbol Americano, la NFL, a la que invitó a despedir a cualquier jugador que le faltara el respeto al himno y a la bandera, la protesta que un día inició el ex quarterback de San Francisco, Colin Kaepernick, encontró el respaldo ausente un año después; el líder de EU generó con sus palabras expandir esta protesta a los campos de la NFL.
En una actitud similar a la de un dictador, el deporte estadounidense se convirtió en el nuevo enemigo del mandatario, ¿cortina de humo para no hablar sobre el revés a su propuesta para derogar la ley de atención médica vigente? tal vez, pero Donald Trump logró conseguir aliados, aficionados a la NFL demostraron apoyo a su presidente y su conservador discurso.
Al final, los deportistas y sus organizaciones serán los más afectados en esta disputa, el enfrentamiento no augura un buen final, de hecho, poco favorecerá los intereses del deporte profesional estadounidense que tendrá que pelear en todo escenario deportivo por no dejar que su mandatario gane la guerra en contra de los valores que el deporte promulga: la igualdad, diversidad e inclusión.
deportes@eluniversal.com.mx
“El país de la libertad”, sí, así se autodefine Estados Unidos de América, el presidente de la nación más poderosa del mundo ha puesto al descubierto el malestar de sus minorías, Donald Trump reabrió en el momento menos oportuno el expediente Kaepernick, justo cuando la mayoría de los estadounidenses lo calificaban como no apto para dirigir su país y en medio de una crisis por su desatención al desastre que el huracán María dejó en Puerto Rico, Trump enfocó su atención en la NFL, sus jugadores y por qué no, en su ego.
Donald Trump no lo pensó, en un acto con tintes y estrategia meramente política se fue duro y directo hacia la Liga Profesional de Futbol Americano, la NFL, a la que invitó a despedir a cualquier jugador que le faltara el respeto al himno y a la bandera, la protesta que un día inició el ex quarterback de San Francisco, Colin Kaepernick, encontró el respaldo ausente un año después; el líder de EU generó con sus palabras expandir esta protesta a los campos de la NFL.
En una actitud similar a la de un dictador, el deporte estadounidense se convirtió en el nuevo enemigo del mandatario, ¿cortina de humo para no hablar sobre el revés a su propuesta para derogar la ley de atención médica vigente? tal vez, pero Donald Trump logró conseguir aliados, aficionados a la NFL demostraron apoyo a su presidente y su conservador discurso.
Al final, los deportistas y sus organizaciones serán los más afectados en esta disputa, el enfrentamiento no augura un buen final, de hecho, poco favorecerá los intereses del deporte profesional estadounidense que tendrá que pelear en todo escenario deportivo por no dejar que su mandatario gane la guerra en contra de los valores que el deporte promulga: la igualdad, diversidad e inclusión.
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