Todos estamos de acuerdo con la necesidad de combatir frontalmente el robo de hidrocarburos excepto, claro está, los que se benefician con ese delito. Estamos hablado de pérdidas para Pemex de 65 mil millones de pesos anuales, según cifras que comparte el propio presidente López Obrador. Los grandes grupos delincuenciales no dejarán ir fácilmente un negocio tan lucrativo. Roban y comercializan de diferentes formas y están coludidos a muchos niveles. Se trata de un monstruo de mil cabezas, que va a resistir violentamente la embestida. Era crucial enfrentarlo. Pero la primera gran guerra que emprende el nuevo gobierno tendría que contar con una estrategia impecable. ¿Quién sugirió cerrar los ductos sin antes tener solucionada la distribución de combustible a través de pipas?

La iniciativa privada ha mostrado disposición para colaborar en la solución de esta crisis.

Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, me dijo en entrevista que desde el inicio de la semana pasada buscaron a las autoridades de Energía. Lograron conversar con el director de Pemex, Octavio Romero. Le ofrecieron apoyo logístico y de infraestructura para descargar los buques con combustible varados en distintos puertos, instalaciones para almacenamiento y vehículos para distribución. Falta ver cómo se da esa coordinación y qué costo tiene.

Por lo pronto, las pérdidas por la escasez de combustible la están pagando muchos ciudadanos y empieza a afectar a varias industrias. Están los productos perecederos que ya se pudrieron y los insumos que empiezan a subir de costo. Hasta la seguridad se ve vulnerada cuando tenemos patrullas estacionadas sin gota de gasolina, y policías tratando de hacer su trabajo en bicicleta lo mismo en Guadalajara que en Ciudad Nezahualcóyotl. Y mientras muchos mexicanos pierden tiempo y dinero por el cierre de los ductos, sabemos poquísimo sobre el programa de fiscalización de gasolineras, el destino del dinero producto de este robo y de los grandes responsables del saqueo.

HUERFANITO. No está claro qué sigue en la estrategia para combatir el huachicoleo. Lo que sí ya se ve es un aumento en la división entre ciudadanos. El sufrimiento de los automovilistas fifís, es el regocijo de otros. La polarización es peligrosa, pero hay quien sabe muy bien cómo capitalizarla.

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