Un lustro terrible es el que ha vivido Venezuela con Nicolás Maduro. En 2013, Hugo Chávez le heredó un país que tenía un déficit público cercano al 15% del PIB. Con un precio del petróleo bajísimo (15 dólares por barril), los programas sociales del chavismo eran imposibles de sostener. Sin embargo, Maduro decidió continuarlos. Le pareció fácil poner más dinero en circulación. Generó con ello una hiperinflación que ha castigado severamente a los más pobres y ha terminado con la capacidad de compra de todos los venezolanos.

Esta situación ha expulsado a millones de personas. Los países vecinos están rebasados y empiezan a darse algunas expresiones xenófobas. Ante la magnitud del problema, decidieron unirse para buscar soluciones coordinadas regionalmente. El Grupo de Lima nació para tratar de encontrar una salida pacífica a la crisis venezolana.

El viernes pasado Canadá, Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Costa Rica, Guatemala, Perú, Panamá, Honduras, Paraguay, Guyana y Santa Lucía firmaron una declaración conjunta en la que pidieron a Nicolás Maduro no asumir nuevamente la presidencia de su país. El Grupo de Lima consideró que las elecciones presidenciales realizadas el año pasado en Venezuela no fueron legítimas. La nueva asamblea venezolana decidió también desconocer el nuevo mandato de Maduro.

México fue el único integrante del grupo que no suscribió ese posicionamiento. Recibió por ello una muy dura crítica por parte de Human Rights Watch. Su director en la División de las Américas, José Manuel Vivanco, fue contundente: “Perdimos a México. Ha quedado demostrado que mientras gobierne AMLO los derechos humanos no serán un componente de la política exterior mexicana. Esto es música para los oídos de dictadores como Maduro y Ortega y una bofetada para sus víctimas.”

El presidente López Obrador explicó que México no se inmiscuye en asuntos internos de otros países porque no quiere que otros gobiernos se entrometan en los asuntos que sólo corresponden a los mexicanos.

La crisis humanitaria en Venezuela tiene muchas aristas. Una de ellas es la migratoria. Es un problema que no solamente afecta a quienes viven en el territorio gobernado por Maduro. El reto es regional y así debe atenderse. Es similar a lo que ocurre con los centroamericanos varados acá en su intento por llegar a Estados Unidos. México no puede solucionarlo solo. Aislarse de los vecinos no puede ser una opción.

Huerfanito. Dice Donald Trump que el muro ya lo estamos pagando los mexicanos a través del nuevo tratado de libre comercio con su país. Así son estos tiempos. Basta una declaración, aunque se construya con una realidad distorsionada, para dar una promesa por cumplida.

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