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El alga que invade las costas de Quintana Roo es actualmente un problema grave para el sector turístico, pero es también un posible insumo para muchas industrias. El sargazo puede usarse como fertilizante, combustible o alimento. Con él pueden hacerse tabiques, cosméticos y hasta papel. El potencial es enorme. Las grandes papeleras lo saben. Lo entienden también algunos constructores. Hay emprendedores que han hecho ya mucha investigación de la mano de científicos y lo están aprovechando. Lamentablemente se trata de esfuerzos aislados que no permiten un cambio a gran escala. Forman parte de la solución pero están muy lejos de ser suficientes para revertir esta problemática que ahoga a los quintanarroenses.
El reto es enorme: hay que frenar el sargazo antes de que llegue a la costa, se acumule, se descomponga y pinte el agua de color café. Luego de detener su paso hay que recolectarlo con embarcaciones que lo compacten y trasladen a depósitos adecuados, mismos que hoy no existen. Con los 720 millones de pesos que se podrían destinar a este propósito, será imposible proteger los 420 kilómetros de litoral. Si acaso será suficiente para la zona más crítica, que abarca poco más de 120 kms. Se requiere de mucho dinero y de una tecnología que aún no ha sido perfeccionada.
La respuesta podría venir de la iniciativa privada. Si las grandes empresas apostaran por aprovechar el potencial del sargazo, se abriría una ventana de esperanza. Pero para que eso suceda, los posibles inversionistas necesitan contar con algunas certezas mínimas. Tendría, de entrada, que legislarse en torno a la propiedad del sargazo. Nadie va a animarse a invertir millones de dólares en una planta que lo procese, para que luego se lo quieran vender en un precio descomunal. El temor a tener que eventualmente negociar con un gobierno que podría sacar las uñas en cuanto vea que hay dinero de por medio, va a mantener alejados a los capitales. Urge crear un esquema que incentive esas inversiones. Cada día Quintana Roo pierde prestigio como destino paradisíaco y crecen las pérdidas para la industria turística. Mientras más tiempo pase, será más caro y más complicado. Tienen que actuar de forma coordinada ya.
Huerfanito. La Ciudad de México vivió días muy complicados por la contaminación. La doble contingencia puso en alerta y en evidencia a las autoridades. La viabilidad de una metrópoli se cuestiona cuando en ella no se puede siquiera respirar. En ese contexto los integrantes de la CNTE decidieron marchar a pesar de que con ello afectaron la vialidad y generaron aún más contaminación. Me cuesta imaginar a alguno de ellos frente a sus alumnos dando clases de civismo.