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Valeria no había cumplido los dos años. Su papá, Óscar Martínez atravesó el Río Bravo con ella en los brazos. La dejó en la orilla para regresar por su esposa y ayudarla a cruzar. La bebé, al ver que su padre se alejaba se aventó al agua. Oscar volvió por ella y la alcanzó a tiempo, pero una corriente muy fuerte los arrastró a los dos. Murieron ahogados, como miles de personas en la historia reciente, tratando de llegar a Estados Unidos.
Tania lo presenció todo. Está de vuelta en El Salvador para enterrar los cuerpos de su esposo y de su hija. Sepultará también el sueño americano, que para ella fue pesadilla. La esperanza se ahogó junto con su familia.
La fotografía de Valeria y su padre muertos a la orilla del río ha conmovido a buena parte del planeta. Ese disparo silencioso de la cámara ha generado un ruido intenso. Y es que duele cada muerte; duelen la pobreza y la violencia que empujan a tantos a correr ese riesgo; duele su desesperación; duele la lejanía de una verdadera solución.
Estados Unidos “está ignorando sus obligaciones con la humanidad”, dijo contundente Nancy Pelosi. La demócrata que preside la Cámara de Representantes señaló también que espera que la imagen cambie el debate sobre la migración en su país. La senadora por California, Kamala Harris, habló de la muerte de niños en estas circunstancias como “una mancha en su conciencia moral”. El también senador Chuck Schumer tomó la imagen en sus manos y la mostró al resto de los legisladores para pedir que aprobaran los 4,600 millones de fondos fronterizos.
No faltó el indolente. Ken Cuccinelli, director de la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración, acusó al joven salvadoreño de ser el responsable de la muerte de ambos. “Ese padre no quería esperar para pasar por el proceso de asilo de manera legal. Tenemos tragedias en la frontera porque esa gente no quiere esperar”, dijo en entrevista con CNN. Para Cuccinelli todo se reduce a un problema de impaciencia. No quieren esperar. ¿Esperar meses para luego ser rechazados? ¿Esperar dónde? ¿En la calle, o en alguno de los albergues saturados? ¿Esperar cómo? ¿Sin trabajo, sin dinero y sin alimento? No se le puede pedir a un niño con hambre que espere. No se le puede pedir a sus padres que tengan paciencia, señor Cuccinelli.
HUERFANITO. Donald Trump también se refirió a la fotografía. Dijo odiar la imagen y sugirió que probablemente se trataba de un tipo maravilloso. Culpó luego a los demócratas por no aprobar las medidas migratorias que él impulsa. El mismo que ha dicho que los que cruzan por esa frontera son delincuentes y traficantes, el que insiste en la construcción del muro, el que mantiene los centros de detención de migrantes en condiciones deplorables, ese mismo hombre usó la imagen de la tragedia a su favor. ¿Maestría o cinismo?