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Unos lo ven como el gran corrupto detrás de los escándalos de Petrobras. Para otros es el gran benefactor que sacó de la pobreza a millones de brasileños y que está injustamente en la cárcel. Son opiniones contrastantes sobre el mismo personaje: Luiz Inácio Lula da Silva. El dos veces presidente de Brasil quería serlo nuevamente, pero la prisión se lo impidió. El líder del Partido de los Trabajadores tuvo que conformarse con designar como candidato a Fernando Haddad, un político poco conocido en varias regiones de ese país. Al ex alcalde de São Paulo, el apoyo de Lula solo le alcanzó en la primera vuelta electoral para ganar 29% de los votos. La popularidad no se transfiere por ósmosis.
Lula apostó por alargar su campaña con la esperanza de recibir buenas noticias del Poder Judicial. La resolución favorable nunca llegó y esto terminó por beneficiar al ultraderechista Jair Bolsonaro. Este ex militar ha hecho del enojo su fuente de poder. A pesar de su nostalgia por la dictadura y constantes ataques a la democracia, sus partidarios lo consideran la mano dura necesaria para superar las dificultades económicas y la crisis de inseguridad. Este hombre que capitaliza el odio, fue apuñalado en un mitin por una persona con un desorden mental. El ataque lo convirtió en víctima y él lo supo aprovechar. En la primera vuelta electoral obtuvo 46% de la votación.
Bolsonaro se ha manifestado abiertamente a favor de la tortura, ha amenazado con desterrar a sus opositores de izquierda, ha dicho no creer en el Estado laico, y ha hablado con mucha hostilidad sobre las mujeres, los homosexuales y los afrodescendientes. Tres frases bastan para retratarlo:
“Las mujeres deben ganar menos porque se embarazan”.
“Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. Prefiero que muera en un accidente a verlo con un bigotudo”.
“No hay riesgo de que mis hijos se enamoren de una mujer negra, porque fueron muy bien educados.”
Pesó más el desencanto que ha acumulado el PT en estos años de gobierno, no exentos de corrupción, que el miedo a que un fascista capaz de pronunciar frases como éstas llegara al poder.
HUERFANITO. El presidente electo López Obrador restó importancia a las fallas en la aplicación de la consulta para definir el futuro del nuevo aeropuerto. Dijo que la crítica por la metodología se resuelve con autoridad moral. Que la de él será una administración diferente en la que habrá honestidad.
¿Podemos aspirar a tener un gobierno conformado por personas honestas que además apliquen métodos transparentes e impecables? Eso sería lo deseable.