El Ejecutivo Federal cumplió sus primeros cien días de gobierno, en los cuales, ha realizado diversas acciones para hacer posible el Proyecto de Nación por el que la mayoría ciudadana se pronunció el pasado 1° de julio. En este periodo, el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, ha tomado decisiones firmes, pero, sobre todo, valientes para solucionar los grandes problemas de México.

En primer lugar, resulta fundamental señalar que el proceso mismo de transición resultó exitoso, toda vez que, a pesar de los obstáculos existentes, impuestos por el derrocamiento del sistema hegemónico, el Ejecutivo transitó de manera efectiva en el engorroso pero necesario trámite administrativo, al cual subyace el no menos complicado trámite político que, implicó entre otros aspectos, la sustitución de funcionarios público de la vieja cultura y de las prácticas indeseables que por décadas fueron instrumentadas.

Lo anterior, tuvo lugar en un ambiente pacífico, en donde no obstante de los intentos golpistas y la arenga para provocar confrontaciones, se impuso la razón y la aspiración legítima de construir desde abajo un nuevo régimen político, sobre el cual, transite el desarrollo y la prosperidad que México merece para dar paso a la justicia social que millones de mexicanos reclaman.

Destaca, la contundente declaración sobre que la economía está en marcha y no hay ni un asomo de recesión, es decir, contra todo pronóstico y como lo señalé hace algunos meses en este mismo espacio, a nadie asustaron ni asustan los comentólogos de mala fe, ya que, los mexicanos no se asustaron y no se asustarán con “el petate del muerto”. Prueba de ello, son los niveles históricos de aprobación del presidente de la República que incluso de acuerdo a algunas casas encuestadoras, rebasa el 80%.

Andrés Manuel López Obrador, aceptó el reto de crecer anualmente un promedio de 4% durante el sexenio. Lo aceptó porque sabe que goza de la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, prueba de ello, fue el acuerdo con el sector empresarial y los trabajadores para aumentar el salario mínimo en 16%; lo que no había sucedido en los 36 años del periodo neoliberal.

Objetivamente, no habría porque dudar del presidente de México, ha cumplido cabalmente con sus compromisos. Prometió terminar con la corrupción y está cumpliendo, basta señalar: el plan de austeridad que, eliminó los altos salarios a los funcionarios, los privilegios, los autos de lujo, los seguros de gastos médicos, los bonos, el avión presidencial, la pensión a los expresidentes y, sobre todo, el desvío de recursos y presupuestos que endeuden al país; y terminar con el huachicoleo, que tan solo en este año se evitarán pérdidas por 50 mil millones de pesos.

Por otro lado, es de señalar que, el presidente ha mantenido un estilo cercano de gobernar. No ha hecho política de escritorio, sino que siempre está con el pueblo. Todos los días a primera hora informa sobre sus acciones y escucha a la ciudadanía.

Ha cumplido durante estos cien días con sus promesas de campaña, desde el primer día, ha empeñado sus esfuerzos en favor de quienes más lo necesitan. Logró realizar una reingeniería al Presupuesto de Egresos de la Federación para atender lo más urgente, destacan los programas: Jóvenes Construyendo el Futuro, que brindará oportunidades de desarrollo a 2.3 millones de jóvenes que no había podido acceder a educación o a un empleo; Jóvenes Escribiendo el Futuro, que atenderá 300 mil jóvenes que asisten a universidades públicas para que puedan graduarse; la Pensión para Personas Adultas Mayores de carácter universal; y el Apoyo a personas con discapacidad, que beneficiará a un millón de personas.

Con la misma vocación social y nacionalista, se está instrumentando una política económica que, incluye el rescate de nuestra soberanía energética, la inversión en infraestructura y turismo para detonar el desarrollo sustentable en las diferentes regiones del país y en beneficio de las familias mexicanas, así como la reactivación del campo mexicano, atendiendo prioritariamente a los productores y a los trabajadores del campo.

El presidente de la República, ha sentado exitosamente las bases para la gobernabilidad, la pacificación y la seguridad, de ahí los acuerdos alcanzados en el Congreso para dar vida a la Guardia Nacional, las reformas en materia de prisión preventiva oficiosa, así como para que los delitos electorales, de corrupción y robo de combustible, sean considerados graves.

La ciudadanía no está sola frente a la delincuencia. México recobrará la paz y el desarrollo económico que tanto anhelamos. Quienes le apostaban a lo contrario, se van a quedar con las ganas.

Activista social y titular del Fondo Mixto de Turismo de la CDMX

@LaraPaola1

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