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Cuando en septiembre pasado el entonces presidente electo dijo que recibía un país en bancarrota, se quedó bastante corto. En el México que heredó, el Pacto Social, que debería sostenerlo con base en la observancia del Derecho, está roto.
La evidencia de la quiebra es incontestable: nadie tiene seguridad sobre vida y bienes. El crimen sigue cabalgando a lomos de corrupción, impunidad y reincidencia.
“Porque México está pasando una situación complicada de seguridad y económica, y porque está en bancarrota, no podremos hacer todo lo que se está demandando, pero sí vamos a cumplir (…) hasta donde nos alcance el presupuesto”, dijo en Tepic durante una gira de agradecimiento por la copiosa votación a su favor.
La mayoría de los análisis que se hicieron en torno a esa declaración, se centró en la esfera económica; se soslayó lo sociopolítico, que aquélla requiere para su funcionamiento normal y permanente, base de su realización.
Seguramente por eso, AMLO ha urgido al Congreso a que apruebe la reforma al artículo 21 constitucional que permitiría dar vida a la Guardia Nacional. De este paso, en perspectiva de consumarse durante las últimas horas, dependerá todo lo que se quiera hacer con, y de México.
La creación de la Guardia Nacional no es del agrado de algunos grupos defensores de los derechos humanos, incluida la Comisión Nacional del ramo, encabezada por Luis Raúl González y la diputada Tatiana Clouthier.
El argumento que presentan, y al que se han sumado muchas otras voces, es que con la institución con la que se intentaría recuperar la seguridad nacional, y que se formaría con elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal, se militarizaría el país. Pero como lo expresó el titular de Seguridad Pública, Alfonso Durazo: “es lo que hay”.
Y lo que hay, una fuerza castrense probadamente leal, disciplinada, celosa observante de su papel histórico, es lo mejor que le puede pasar a este país. Es de lo que el titular del Poder Ejecutivo puede y debe echar mano para restablecer la base que sostiene al Estado; es decir, el Derecho.
Esta, es una condición indispensable. Sin garantías sobre la integridad y las pertenencias de los ciudadanos, no hay Contrato Social, no hay Derecho. La perspectiva del Estado se vuelve incierta. Hoy, su proceso de quiebra, es ostensible. El oleaje de sangre sigue imparable pese al cambio de gobierno.
Con el lastre de la inseguridad y la criminalidad que pesa sobre todos, las dolorosas expectativas son el temor, la zozobra, la incertidumbre y la desesperanza.
“Nos urge la reforma constitucional para detener el problema, para resolver mejor el problema de la inseguridad y la violencia”, insistió todavía esta semana el presidente en vísperas de que se discutiera su iniciativa.
Quienes rechazan su propuesta, deberían considerar que todos los Estados están provistos de organizaciones de fuerza como única posibilidad de mantenerse en orden, equilibrio y funcionamiento. Y quien los dirige, tiene el derecho de apelar a ellas para cumplir su papel.
Lo que López Obrador quiere hacer es esgrimir esa facultad a fin de dar respuesta a la exigencia colectiva de seguridad. Su obligación de proteger a sus gobernados es inapelable. Mas, ¿cómo podría intentarlo siquiera si se le niega la oportunidad de ejercer el derecho y los instrumentos propios de su cargo para hacerlo?
La Guardia Nacional es la única alternativa para reencauzar al país y recuperar la seguridad de todos. Sería el instrumento refundador del Pacto Social y del Derecho. Y de revigorización del Estado.
El reclutamiento de sus integrantes se hará entre una generación de jóvenes que serán preparados a la manera como se hace en Francia, España, Italia y Chile. Que sean comandados por un civil, marcará una diferencia abismal respecto de una supuesta militarización.
Ver en la propuesta presidencial a un guardia tras cada ciudadano o imaginar aviones y tanques como parte del panorama, es un ataque de esquizofrenia infundado.
Pero de que ese cuerpo necesita contrapesos, no hay duda. Su temporalidad, circunstancia y límites, deben quedar indubitablemente claros. Debe servir al país, no alimentar sueños de perpetuidad.
Sotto Voce… En tono de marcada conciliación y respeto, Martha Erika Alonso rindió protesta como gobernadora de Puebla. Se espera que dé continuidad y fortalezca a la importante obra que ha heredado en rubros como el cultural, modernización de infraestructura e impulso al turismo. La atracción de nuevas inversiones, nacionales y extranjeras, serán una prioridad de su gobierno…El rector de la UNAM, Enrique Graue, pone el ejemplo al bajarse el sueldo. ¿Cuántos de su burocracia dorada lo imitarán?...Con agradecimiento para sus lectores, En Petit Comité dejará de publicarse las próximas dos semanas. Reaparecerá el 11 de enero. Tiempo de reflexionar para cumplir deseos y metas en 2019.