Pocas veces en la historia mundial, si no es que jamás, ha existido una hegemonía como la que se ha empezado a gestar con la próxima llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia.

Históricamente, ese concepto ha implicado el dominio de un Estado sobre uno u otros Estados. Esa relación se ha establecido con el propósito de marcar pautas de comportamientos de uno a los demás, incluso por la fuerza.

En ese contexto de sometimiento-obediencia, la explotación y uso de los recursos de estos, nunca ha estado excluida por parte de aquellos. Con frecuencia han sido motivación y prioridad. La imposición, incluso dada por la violencia, ha sido un instrumento al cual se ha apelado en incontables ocasiones. Eso les da un carácter tiránico. Las guerras de conquista fueron el extremo.

La hegemonía tradicional, que se traduce como dirección o jefatura, marcada por la supremacía de un ente estatal sobe otros de su tipo, cobra hoy otras dimensiones. Es hija de la democracia y de la determinación de un pueblo, con las que empezó a inducir el cambio.

En México esa figura apunta a modificarse sustancialmente. Asume y asoman sus nuevas improntas, que se irán definiendo con el ejercicio del poder que la ciudadanía otorgó al próximo presidente el pasado primero de julio con un consenso sin precedente.

Sobre esa base, Andrés Manuel López Obrador tiene en sus manos un poder casi total, incluso en la perspectiva de que siga in crescendo. Con 53% de los votos que recibió en los comicios, puede hacer prácticamente todo.

La diferencia entre las hegemonías estatales es que la hegemonía personal-popular de AMLO, con las potestades del consenso que le respalda, enfila a procurar el bien común del país, como por tantos años lo ha ofrecido.

La voluntad de la mayoría electoral expresada en su favor le dio las facultades para decidir en cualquier vertiente mediante la mayoría en el órgano fundamental del Estado, que es el Congreso. ¡Y lógico!, esa mayoría espera que opte por lo mejor en beneficio de los más.

Con tanto poder, que empezará a sentir dentro de tres meses, el presidente estará de cara al máximo desafío de su vida. La disyuntiva es si lo utiliza racional, positiva y democráticamente, o lo enfoca en sentido contrario.

Por los antecedentes de su lucha para encumbrarse, AMLO deberá demostrar día tras día que estará en ruta de convertirse en un verdadero estadista. Si desea estar al lado de Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, de lo cual no parece haber duda, tendrá que ajustar todos sus actos a los principios que ellos encarnaron, así como a superar las obras que dejaron. Para eso, el recurso más eficaz que le permitirá labrar su propia estatua, son las virtudes cardinales del político, que siempre es bueno recordar para quienes aspiran a alcanzar ese status. Estas son:

La prudencia, que incluye visión, cuidado y conocimiento; la templanza, que comprende honradez, sobriedad y continencia; la fortaleza, que capacita para alcanzar la magnificencia en cualquier circunstancia, dándole paz y constancia en las adversidades, y justicia, que encierra piedad, caridad, amistad, deseo de concordia y desdén por las cosas efímeras.

Para conservar su estado, el Príncipe necesita, además, la sabiduría, que engloba razón, inteligencia, circunspección, sagacidad y modestia. Debe reconocerse que no pocas de esas cualidades han estado presentes en el próximo presidente. Pero necesitan ser una expresión constante e incluso acentuarse más ahora. Porque no es lo mismo buscar el poder, que poseer todo el poder.

Si Lord Acton sentenció que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente, ahora AMLO está ante el gran reto de probar que el extraordinario poder que tendrá va servir para atajar la corrupción, la inseguridad y otros grandes males contra los cuales siempre se ha manifestado.

Refundar el Estado sobre esas y otras piedras angulares que han sido demolidas, es la única opción que tiene de convertirse en una excepción histórica.

SOTTO VOCE… Se da por hecho que, en las próximas horas, Canadá volverá a incorporarse al TLCAN. Con eso los tres socios que lo integran obtendrán amplios beneficios para millones de personas… En la Encuesta Nacional sobre el desempeño de los gobernadores, el de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, ocupa el segundo lugar. El de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, queda en quinto. Su trabajo y sus obras los avalan. Contrasta con ellos el “primer lugar”, que ocupa Miguel Márquez, con Guanajuato ahogándose en sangre… El Congreso federal quedó instalado. La agenda inmediata está muy cargada. Dentro de las prioridades que más interesan y urgen son la remoción del fuero (empezando por el del presidente), la revocación de mandato y la rendición de cuentas… Héctor Larios y Rafael Moreno Valle tienen amplias posibilidades de asumir la presidencia y secretaría general del PAN, respectivamente, pero Ricardo Anaya y sus seguidores no entregarán la plaza sin dar batalla. Y Marko Cortés podría imponerse.

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