La decisión histórica del presidente Andrés Manuel López Obrador de recuperar la riqueza nacional que al menos por dos décadas ha sido saqueada con la tolerancia y omisión que imputó de manera directa a sus antecesores Fox, Calderón y Peña Nieto, debió prever todos los escenarios en los que la sociedad debe ser el factor central a considerar.
La magnitud de su propósito, con certeza tiene elementos que deben ser guardados con celo y eso es correcto, si se lo ha hecho mirando a garantizar la eficacia de la operación. Pero lo que se debe resolver de inmediato, es el abasto del carburante, en virtud de que para la población es un insumo de primera necesidad.
En su legítimo anhelo por emular a Lázaro Cárdenas cuando consumó la expropiación petrolera en 1938, López Obrador, quien toda proporción guardada realiza una especie de segunda expropiación por cuanto que empezó a quitar una parte importante de esa riqueza al crimen organizado, debe contar con el apoyo de la gente. Informándola y previniéndola es la mejor manera de sumarla a su objetivo.
La inusitada y valiente revelación del presidente de que desde las instalaciones de Pemex se cobijaba el atraco nacional, que muchos consideran una auténtica traición a la patria y a los mexicanos, merece el apoyo y la solidaridad de toda la sociedad.
Cuando Cárdenas anunció su decisión, el pueblo, aunque estaba en condiciones económicas precarias, primero lo aclamó e inmediatamente se lanzó a expresarle su simpatía. Con este aliado, que apreció su determinación y la trascendencia de acabar con la explotación de las petroleras extranjeras, pudo cristalizar su Proyecto de Nación, de amplio beneficio para la mayoría.
En los anales han quedado las multitudinarias manifestaciones en las que personas de todas las clases sociales vitorearon la osadía de su presidente y en las que, incluso, no pocos se deshicieron de sus escasas pertenencias para ayudarlo a pagar la indemnización de las empresas que, cual vampiros como ahora los huachicoleros, extraían un recurso para su exclusivo beneficio.
Enfrentar el robo de gasolina, estimado en unos 60 mil millones de pesos anuales y que involucra a muchos de los actores que se relacionan con el tema, es el propósito inmediato más encomiable del presidente porque si bien hoy afecta a buena parte del país, mañana puede beneficiarlo. Librarlo de ese lastre es tan irreprochable como loable.
El desafío es colosal, con vertientes y componentes de muy alto riesgo para él, la sociedad y la nación. Y eso lo obliga a contar con todos. Sólo la mayor parte puede oponerse con perspectiva segura de éxito a esa minoría que, por medio de la corrupción, la violencia y el crimen, se ha apoderado de un bien propiedad de todos.
Mas, ¿cómo resolver la falla de no haber contado con la colectividad antes de empezar con su cruzada contra los huachicoleros? ¿Cómo atenuar el ostensible descontento que hay por la imposibilidad de llenar el tanque?
Si el presidente quiere encontrar eco a sus llamados de resistencia, calma y paciencia, debe compensar el sacrificio. Cuando se vea que la falta de gasolina va acompañada por la detención y consignación de los cabecillas que la han robado por años, tendrá el respaldo total de la población. Ya hay presuntos responsables. Deben parar en la cárcel.
En este tema, es donde quizás tenga que reconsiderar su idea de no castigar la corrupción. No se puede esperar que algo bueno florezca donde el suelo está contaminado y las semillas podridas.
Si Andrés Manuel López Obrador asume la indispensable necesidad de apagar el fuego del desabasto de gasolina con “sangre”, en sentido figurado; es decir, pugnando por que los ladrones de una riqueza petrolera sean llevados ante la justicia para hacerlos pagar por sus crímenes, no solo calmará el erizado ánimo social, sino que le valdrá el elogio y el consenso y su Cuarta Transformación tendrá sólidas bases de moralidad por la observancia de la ley.
Está muy a tiempo.
SOTTO VOCE… Al buen nombre del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, se suma la virtud del buen negociador y logra que, por consenso, sus homólogos disminuyan su salario en un 25% con lo cual ese cuerpo colegiado empezará a tener una nueva imagen… Puebla es un caldero por la inminente designación del gobernador interino que deberá convocar a elecciones de gobernador después de la trágica muerte de Martha Érika Alonso. El PAN quiere que sea uno de los suyos, pero Morena tiene la mayoría en el Congreso. Se antoja una competencia muy cerrada, pero debe conservarse el ambiente de paz social y civilidad… Al parecer, a César Yáñez se le han asignado nuevas responsabilidades por ser, como siempre, una de las personas cercanísimas, de toda la confianza y afectos, del presidente Andrés Manuel López Obrador.
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@mariobeteta