Después de pasar 24 horas en tierras mundialistas, he llegado a varias conclusiones.
Faltando 9 días para la patada inicial, aterrizamos en el aeropuerto de Moscú-Domodedovo , uno de los dos en la capital de Rusia. Continúan a marchas forzadas realizando algunas adecuaciones en las terminales, pavimentación y remodelación de pistas.
Bajando del avión hay un stand para solicitar tu Fan Id, en caso de venir como aficionado; si no es así, debes continuar hacia migración, donde el proceso es demasiado lento y cuidadoso. Te checan varias veces el pasaporte, tu visa, tu propósito del viaje, hasta autorizarte la entrada.
El idioma ruso es inentendible, el inglés pocos lugareños lo hablan y el español, menos. Con señas pedimos nuestra primera comida: una hamburguesa de la cadena más famosa del mundo.
Llénate de paciencia si vas a rentar un automóvil. El trámite es tardado. Nuestro contingente de Azteca Deportes demoró casi tres horas en rentar unidades.
Aún no siento ambiente mundialista. Pocos anuncios, espectaculares o promoción de la Copa se aprecian. Los rusos, además, tienen nula confianza en su equipo, se ilusionan más por ver a Mohamed Salah , quien los enfrentará, y existe una gran animadversión sobre su técnico, Stanislav Cherchesov .
Así las cosas en Rusia , que a semana y media del inicio camina despacio en la recta final para el inicio de su Mundial.