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El pasado martes 20 de noviembre, The Guardian publicó una interesante columna de Robert Reich: “Break up Facebook (and while we’re at it, Google, Apple and Amazon)”. En español: Romper Facebook (y, de paso, también Google, Apple y Amazon).

Reich reivindica la necesidad de restablecer un efectivo sistema de competencia en Estados Unidos. Tal reivindicación también resulta indispensable en nuestro país.

A finales del siglo XIX dio inicio la primera edad dorada de los EU, esto gracias a innovaciones como: la producción de acero, los ferrocarriles y la extracción de petróleo.

En aquella época surgieron grandes corporativos, algunos propiedad de “barones

ladrones”, calificativo empleado por Reich, quienes emplearon su riqueza y poder para excluir a posibles competidores y corromper la política estadounidense.

Para contener y limitar el poder de los grandes barones de la democracia, el gobierno estadounidense puso en marcha algunas medidas antimonopolio. Para ello, el presidente Ted Roosevelt impulsó el Movimiento Progresista, el cual buscó eliminar la corrupción en el gobierno y empresas.

Uno de los primeros blancos de las medidas fue la Northern Securities Company, fideicomiso ferroviario que financiaban dos súper millonarios: J.P. Morgan y John D. Rockefeller. La Corte respaldó al presidente de Estados Unidos y ordenó el desmantelamiento de esa compañía. Poco después, en 1911, el presidente William H. Taft consiguió romper el imperio petrolero de Standard Oil of New Jersey, propiedad de Rockefeller.

Hoy, Estados Unidos se encuentra en una segunda etapa dorada “marcada por semiconductores, software e Internet, generando un puñado de compañías gigantes”.

Facebook y Google dominan el mercado publicitario. Para muchos estadounidenses, y millones de personas en el mundo, ambas plataformas representan la puerta de entrada a la información. Apple, apunta Reich, domina los smartphones y las computadoras portátiles, y Amazon es la primera puerta de ingreso para un tercio de los consumidores estadounidenses que buscan realizar alguna compra en Internet.

En la “segunda edad dorada”, los nuevos monopolios limitan la innovación y distorsionan la política. Más allá de la perversidad atribuible a Google, Facebook, Amazon y Apple, por su simple condición de monopolios suponen una concentración de poder económico y político, propensos al abuso.

Reich destaca la necesidad de emprender nuevas medidas antimonopolio para contener y limitar a los gigantes de la tecnología, “o al menos exigir que su tecnología y datos patentados estén disponibles al público y compartan sus plataformas con competidores más pequeños”.

Efectivamente Google, Apple, Facebook y Amazon representan un obstáculo infranqueable en un sistema de competencia abierto. Pero también AT&T.

En su columna, Reich pasó por alto un caso definitivamente singular: American Telephone & Telegraph (AT&T), el corporativo que admite ser considerado como el ave fénix en las telecomunicaciones. El 8 de enero de 1982 prosperó la demanda antimonopolio que el gobierno de Estados Unidos promovió contra AT&T. Por ello, el primero de enero de 1984, los servicios locales de AT&T fueron separados en siete compañías regionales. Pese a las leyes antimonopolio de los ochenta, la gran compañía nuevamente se ha consolidado como un gran monopolio.

La eliminación de la neutralidad de la red, impulsada por el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, Ajit Pai, favoreció a AT&T y a otros grandes proveedores de acceso a Internet en la Unión Americana. Una nueva ofensiva antimonopolio es necesaria, como atinadamente dice Reich.

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