Javier Alejandro Corzo Téllez
En la más reciente conferencia del Observatorio Nacional Ciudadano contamos con la presencia de un alto mando de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en la sesión de preguntas y respuestas el funcionario hizo alusión al “Programa Jóvenes Construyendo el Futuro” como una de las estrategias para mejorar la situación de seguridad en el país. Comenzó recalcando que, dentro del programa, actualmente había 500 mil jóvenes integrándose a tareas productivas y continuó mencionado que para final de este año esta cifra llegaría a un millón, lo preocupante fue la reflexión que hizo tras proporcionar esa información: “¿qué hacía ese millón de jóvenes en la calle si no tenían ni empleo ni trabajo?”.
De la reflexión del funcionario se pueden inferir ciertas cosas, entre las que destacan que ve a los jóvenes sin empleo ni trabajo como potenciales criminales. No obstante, no hay datos que puedan sustentar dichas aseveraciones.
La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) en su última versión (2016) mostró que el principal grupo de edad de reclusos, no es el de jóvenes, sino el de personas entre 30 y 39 años (35.3%).
El grupo de edad compuesto por personas entre 28 y 29 años (al que podríamos denominar como jóvenes) representa el 32.8% del total de población reclusa, de estos jóvenes sólo el 3.6% nunca había realizado una actividad por la que hayan recibido algún pago (aunque este porcentaje incluye actividades ilícitas que la encuesta denominó como “negocios chuecos, al bisne, a la tranza, etcétera (actividades ilegales)” y representaron un 2.7%).
Igualmente, sólo el 12.2% de los reclusos no realizaba ninguna actividad remunerada la semana previa a la reclusión, pero de estos, sólo el 3.6% declaró que no trabajaba porque no conseguía empleo, lo que hace preguntarse si “Jóvenes Construyendo el Futuro” es un programa que impactará de forma significativa en la incidencia delictiva (sin descartar que puede impactar de forma positiva en otros aspectos sociales del país).
Por su parte, los jóvenes declararon que durante el año anterior a su reclusión el 13.3% no tuvo suficiente comida todos los días; el 21.1% tenía deudas; el 25.3% no tenía dinero para pagar medicinas; el 26.1% no tenía dinero para cubrir las necesidades escolares de sus hijos; y el 5.3% no tenía suficiente dinero para pagar la renta de la vivienda. Con lo que, en porcentaje, los jóvenes reclusos se enfrentaron en mayor medida a otro tipo situaciones adversas distintas a las de desempleo.
En conclusión, la información proveniente de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) no arroja ningún dato que pueda asegurar que, entre las principales caracterizaciones de los presos, se encuentre que estos no estudiaban ni trabajaban, por lo que sigue siendo un estigma infundado. Por lo tanto, que el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro llegue a un millón de jóvenes este año, podría no impactar significativamente en las cifras de incidencia delictiva, simplemente porque el hecho de ser joven, no estudiar y no trabajar, no te hace delincuente.
Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano
@corzo_t @ObsNalCiudadano
Fuente
INEGI (2016) Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) [Microdatos]. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/programas/enpol/2016/default.html#Microdatos