En los 20 meses de la administración de Donald Trump, el presidente estadounidense dejó una impresión negativa sin precedentes con su comportamiento impulsivo, impredecible e intimidatorio. Sus asistentes y enemigos se sorprendieron por su comprensión simplista de los problemas locales e internacionales.
Su tendencia a tratar las relaciones con otras naciones como gerente de un holding era obvia en su trato con los socios y adversarios económicos y políticos. Los palestinos tuvieron la desgracia de experimentar la mayor parte de su política insensible y abusiva hacia su causa. En noviembre de 2017 anunció su decisión de trasladar la embajada de EU en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, a diferencia de todos los presidentes estadounidenses anteriores, que se ajustaban a la política israelí, incluso en sus momentos opresivos y agresivos.
El plan sugerido por Trump para terminar con el conflicto israelo-palestino parece ser el producto de las ideas más extremistas de los miembros del Likud. Las medidas financieras estadounidenses contra los palestinos últimamente generaron dudas, incluso en Israel, sobre sus intenciones.
El diario israelí Haaretz preguntó: “¿Trump quiere la sumisión de los palestinos matándolos de hambre?”.
La primera medida fue detener la contribución estadounidense al presupuesto de UNRWA.
La organización fue creada en diciembre de 1949 como la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Cercano Oriente. Fue la iniciativa de la comunidad internacional para atender la catástrofe humana y nacional de 750 mil palestinos que perdieron sus hogares y sus medios económicos de la noche a la mañana, y se convirtieron en refugiados en Líbano, Siria y Jordania, debido a las atrocidades cometidas contra ellos para allanar el camino hacia la creación de Israel.
Los 360 millones de dólares que aporta EU representan el tercio del presupuesto anual de la agencia y sirven para ayudar a atender las necesidades básicas de más de 5 millones de palestinos que viven bajo la línea de pobreza. Trump y sus asistentes quieren terminar con la UNRWA y sus servicios, y quieren redefinir el estatus de refugiado palestino para agilizar los criterios, como si los hijos de refugiados ya no fueran refugiados, creando problemas para ellos en sus sociedades y problemas mayores para los países anfitriones económica y estratégicamente.
La otra medida fue el anuncio, por parte del Departamento de Estado, de que 200 millones de dólares destinados a ayuda económica para los palestinos serán “redirigidos” desde Cisjordania y Gaza y se enviarán de acuerdo con los intereses nacionales de EU. La USAID ha estado involucrada en el desarrollo de la agricultura palestina, el desarrollo de infraestructura, las carreteras, el suministro y el tratamiento de agua.
Un informe filtrado sugiere que la administración de Trump alentará a Israel a revisar sus acuerdos con respecto a las operaciones de la ONU en Cisjordania, para que los Estados árabes no intervengan para financiar y perpetuar la definición y el estatus actual de los refugiados.
El fin de semana pasado se emitió otro anuncio del Departamento de Estado. “Como resultado de la revisión, bajo la dirección del presidente, redirigiremos aproximadamente 25 millones de dólares originalmente planeados para la Red del Hospital de Jerusalén. Esos fondos se destinarán a proyectos de alta prioridad en otros lugares”. Se espera que el efecto sea devastador para los pacientes y sus familias.
El lunes, la administración estadounidense representada por John Bolton, asesor de seguridad nacional, anunció el cierre de la oficina de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) en Washington, en un acto de represalia contra el intento de la Autoridad Palestina de solicitar una condena de la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya por prácticas israelíes en territorio palestino ocupado. Bolton amenazó con tomar nuevas medidas en el Consejo de Seguridad contra la CPI. Es conocido por su apoyo apasionado a los políticos extremistas israelíes y sus acciones.
Las presiones de Trump contra los palestinos apuntan a llevarlos a la mesa de negociaciones, a firmar su infame “Acuerdo del siglo”, diseñado de acuerdo con las intenciones más abusivas de Israel hacia los derechos básicos palestinos. El acuerdo propuesto niega el derecho de retorno de los refugiados palestinos y no aborda el tema espinoso de Jerusalén, que se considera fuera de discusión o negociación, mientras que es central para los palestinos y todos los musulmanes del mundo. La última ronda de conversaciones de paz palestino-israelíes mediadas por Estados Unidos colapsó en abril de 2014. John Kerry, el secretario de Estado en ese momento, culpó a Netanyahu por el fracaso.
Las tácticas de Trump no parecen tener ningún efecto sobre los líderes palestinos. Confirman su determinación de continuar la lucha por la justicia y los derechos naturales de su pueblo. Creen que las decisiones estadounidenses sólo sirven a la extrema derecha israelí, y que chantajear a los palestinos y presionarlos por dificultades financieras no la dará a Trump ningún logro político.
Incluso las voces racionales en Israel están advirtiendo de los efectos de la política de Trump. Ven en su mentalidad empresarial una forma inadecuada de pensar en términos de conflicto entre israelíes y palestinos, y ven consecuencias peligrosas para la seguridad de Israel. “¿Cómo va la doctrina Trump llevar paz donde la pobreza ha sido un caldo de cultivo para el reclutamiento de radicales, la violencia y el terrorismo? ¿Quién se beneficia de la quiebra y desaparición de la Autoridad Palestina en Cisjordania?”, preguntó el teniente coronel Peter Lerner en su artículo en cuestión en Haaretz. La pregunta se dirige a aquellos que están celebrando la política imprudente Trump En Israel y en otros lugares...
***Foto: Un niño palestino, en el hospital Augusta Victoria, en Jerusalén, uno de
los que recibe fondos de Estados Unidos. (AMMAR AWAD. REUTERS)
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
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