La triste actuación de México en la Copa del Mundo Sub-l7 de la India ha pasado desapercibida.
Se retiró del certamen sin ganar un solo juego y con un futbol que no le hace justicia a la historia de la categoría; y no sólo hablo de los dos títulos mundiales obtenidos en los lejanos 2005 y 2011, sino del cuarto lugar en Chile hace dos años y el subcampeonato de 2013.
Todos entendemos que son generaciones distintas y que el éxito no es en lo absoluto un estado permanente en nuestro futbol, pero a eso le sumamos que la Sub-20 también quedó muy lejos de trascender en el Mundial jugado este año en Korea , donde sólo ganó un duelo de cuatro que disputó: 3-2 a Vanuatu , (que dicho sea de paso fue el peor equipo del Mundial habiéndose retirado con tres derrotas y 13 goles en contra), y que la Selección Olímpica fue incapaz de defender su medalla habiendo quedado eliminada en la primera ronda.
No ha sido un ciclo exitoso, todo lo contrario, todas las divisiones han fracaso en escenarios internacionales, o al menos en los más importantes, si lo resumimos de otra forma, nuestras selecciones sólo ganaron cuatro partidos de 12 que disputaron en Mundiales y Olímpicos .
La Sub-17
tiene varios pasajes de brillantez, no así la 20, que acumula más fracasos que conquistas, sólo aquella lejana actuación en 2011, cuando llegó hasta semifinales en el Mundial de Colombia , de ahí en fuera, poco que rescatar.
La señal es contundente y repetitiva, las generaciones que brillan en menores de 17 años se apagan cuando llegan a la siguiente etapa porque es ahí donde está el cuello de botella, la fe ciega en el extranjero y el gran negocio que representa para algunos, y si a eso le añadimos la regla 10-8 y luego la lastimosa reducción que empata los números, entonces encontraremos la explicación a los fracasos del presente y probablemente los del futuro.
No es cosa menor y mucho menos casualidad, es una clara muestra de que los procesos de crecimiento siguen inconclusos y de que las decisiones federativas se convierten en el principal obstáculo.
De nada sirve pagar giras y concentraciones para los menores si cada vez es más difícil tener cupo en lo profesional.
Procesos a medias, inversiones a medias… resultados a medias.
¿Vamos bien?