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El reclamo de los jugadores tiene forma y fondo: eliminar el Pacto de Caballeros representa legitimar la Asociación de Futbolistas y demostrar que la cosa va en serio.
Los tiempos para la exigencia son perfectos, con Mundial en puerta y la finalización del torneo. Todo cuadra. Ahora falta proceder de manera inteligente y dejar las vísceras para otra ocasión.
Nadie puede negar que la petición de los futbolistas es natural, al ver sus derechos pisoteados con grandísimo descaro, ese mismo con el que varios dueños siguen sonriendo al establecer que no hay nada escrito que respalde los reclamos.
Se trata de moralidad, no de argumentos jurídicos, no de letras sobre papel. Se trata de que los dueños “sientan su Liga” y jueguen limpio .
Detener la Liga es posible
. Lo hicieron los árbitros y con mayor facilidad lo podrían hacer los jugadores, al ser la pieza más importante de este show. Por lo mismo, reitero que el procedimiento debe ser pulcro y elegante, sin parecer un grupo rebelde y de choque que pretenda arrebatar la decisión.
Dejar entrever o filtrar la versión que el Mundial podría ser la coartada perfecta para solucionar un problema, me parece poco serio, porque el futbolista vive para eso. El Mundial representa todo y más en la carrera de un jugador, y no hablo en términos sentimentales, sino económicos y profesionales. Estamos hablando de lineamientos internacionales que, de no cumplirse, podrían generar consecuencias muy serias para ellos.
La voz del futbolista merece ser escuchada y sus peticiones atendidas, pero —repito— con más cabeza que estómago.
El Pacto debe desaparecer, no hay discusión al respecto.