Un torneo que desde su nacimiento estaba destinado al fracaso por su diseño y sistema de competencia: largo, aburrido y desgastante. Los creadores intentaron defenderlo bajo el falso argumento de promoción y expansión en otras plazas, así como la oportunidad de brindarle espacios a futbolistas que en la liga no eran utilizados con frecuencia, es decir, los suplentes.

A través de los años lo han modificado tratando de buscar penetración en el mercado; sin embargo, los resultados siguen siendo tan flojos como el nivel deportivo. Tan insípida e insignificante era, que buscaron darle valor con un premio adicional llamado Copa Libertadores, pero ante la renuncia de los clubes mexicanos, el disque incentivo se fue al bote de la basura.

Podemos concluir que ganar la Copa no tiene ningún significado. No lo tiene en lo deportivo, porque carece de prestigio y nivel, lo que se refleja en la asistencia a los estadios y el rating que arroja. Tan es así, que los mismos entrenadores manifestan su descontento por jugarla.

Un buen termómetro es Cruz Azul, equipo con más de 20 años sin un trofeo de liga, señalado como un cuadro perdedor. Bueno, pues ya levantó la copa en alguna ocasión, y aún así, se dice que no ha ganado nada.

Es un torneo que no inspira, no provoca, no emociona… Es un torneo que estorba, que choca con otros calendarios y que debería desaparecer. Se trata de incrementar la calidad de futbol, no la cantidad.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses