El futbolista mexicano tiene ante sí una gran oportunidad para trascender como gremio.

Si la nueva Asociación Mexicana de Futbolistas buscaba un hecho para legitimar su presencia, se les ha presentado ahora: el caso de Oswaldo Alanís debería ser el gran punto de partida para ese gran cambio.

Me parece perfecto que todos los futbolistas se manifiestan a través de la redes sociales sobre lo que ha pasado con un compañero de profesión —y en algunos casos de Selección Nacional—, como Alanís y el club Guadalajara. Por supuesto que no quedarse callados es el primer paso, pero claramente insuficiente.

Estas manifestaciones de inconformidad deberán ser acompañadas por acciones que verdaderamente soporten y hagan frente a la determinación del club, que a todas luces resulta vengativa. Deben ir más allá de las palabras para encontrar la fuerza que desean tener.

Resulta curioso que las voces directivas hablen siempre de la permanente búsqueda para mejorar el futbol mexicano y me refiero a nivel deportivo, de alcances comerciales, de la profesionalización en todas sus áreas, entre otras; siun embargo, estas acciones (las de Chivas) dicen todo lo contrario.

Es posible que no hablemos de una ilegalidad en el caso de Alanís pero lo legal no necesariamente es igual a lo correcto, y eso, digan lo que digan en Guadalajara, saben que así es. Esto no debería terminar así.

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