Ha sido un año atípico en el futbol mexicano, a nivel de Selección Nacional.

Si hace tres años nos hubieran planteado un escenario que incluyera la calificación a Rusia 2018 con tres o cuatro partidos de anticipación, sin sobresaltos y con victorias históricas, todos habríamos estado más que complacidos.

La actualidad nos indica que Juan Carlos Osorio cumplió con su misión cabalmente, pero la gente no termina de aceptarlo, y —ante tan exitoso paso en la eliminatoria— hay demasiados cuestionamientos. Estos tienen que ver a la hora de competir en rondas definitivas; es decir, de eliminación directa. Esas mismas que históricamente México ha logrado superar en muy pocas ocasiones.

Las dudas en este proceso tienen que ver directamente con los cambios tan bruscos en las alineaciones y posiciones. Nada nuevo, tampoco, pero que en este ciclo se ha acentuado.

Indudablemente, la tristísima participación en la Copa Oro, donde México fue eliminado en semifinales por Jamaica y sin haber mostrado nunca un nivel aceptable, no abonó en lo absoluto.

La Copa Confederaciones trajo también serios cuestionamientos. No por haber terminado en cuarto lugar, ya que —siendo honestos— es el sitio al que pertenece México, sino por lo mencionado anteriormente, porque el equipo no fue capaz de pelear de tú a tú con Alemania, que —digan lo que digan— era un equipo alternativo; bueno y capaz, sin duda, pero alternativo al fin. Y no hablo de victoria, sino de competir, de al menos vender más cara la derrota.

Un año de claroscuros donde el equipo cumplió con el objetivo principal, pero no dio el salto de calidad que muchos esperaban y con la que consideran la mejor mezcla generacional en muchas décadas.

Del futuro podemos hablar más adelante. Ese mismo que a Juan Carlos Osorio lo debe tener muy inquieto con la inactividad de al menos siete de sus seleccionados más importantes.

futbol@eluniversal.com.mx

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