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Yon de Luisa ha ido escalando posiciones de acuerdo a su capacidad y ha llegado a la más alta posible a nivel local. La presidencia de la Federación Mexicana de Futbol era parte del plan establecido hace tiempo, pero en definitiva no es el destino final; ese tiene que ver con Concacaf y FIFA, y —si no— al tiempo.
Presidentes podrán ir y venir en la Federación Mexicana de Futbol, que —como toda organización— ha visto pasar todo tipo de perfiles con distintos resultados, pero no se trata en su totalidad de quién ocupe la oficina más grande, sino de quiénes se reúnen de vez en vez en la sala de juntas; es decir, de los dueños, empresarios muy exitosos que invierten su dinero en el futbol y que gracias a ellos tenemos el balompié que tenemos, para bien y para mal.
Tomando en cuenta nombres propios y las empresas que respaldan al futbol mexicano, los resultados deberían ser infinitamente mejores en todos niveles. Y es que si uno analiza la cantidad de dinero que se le inyecta, la infraestructura con la que se cuenta, los alcances comerciales, la gigantesca pasión que hay por este juego y la capacidad de instrucción que existe en el medio, nuestro futbol debería ser de primer mundo, pero luego vienen cosas, como el Pacto de Caballeros, el Draft, los torneos cortos, los reglamentos que privilegian la excesiva presencia del futbolista extranjero (y en la mayoría de los casos, innecesaria e inexplicable), el sucio negocio que hay detrás de estas contrataciones, la vorágine económica (dejando en segundo plano el aspecto deportivo), la impaciencia y la falta de proyectos de larga visión. Es entonces cuando encontramos las explicaciones del por qué no tenemos el futbol que deberíamos tener.
Tanto que se habla ahora de los departamentos de “inteligencia deportiva” y en muchas ocasiones es de lo que más carece nuestro futbol.
No se trata de visualizarse como campeón del mundo ni de soñar más allá del quinto partido. Decirlo es fácil y soñar no tiene precio alguno, pero no se trata de imaginar y verbalizar, sino de pensar, planear, ejecutar y —en muchas ocasiones— estar dispuesto a perder para ganar.
La capacidad del futuro presidente de la Femexfut está fuera de toda discusión. En materia administrativa y deportiva, hay éxitos suficientes que sustentan la nueva apuesta, pero si el cambio no viene de fondo, el resultado será muy parecido a lo que tenemos actualmente.
Y de salida. Ya no sé qué estuvo peor: que Donovan volviera a “regar” o la justificación “fuera de la bacinica” que se mandó el club León, al explicar dicho acto, estableciendo que era una “necesidad fisiológica”. Bajo ese razonamiento, seguramente el nuevo estadio del equipo no necesitará baños.
futbol@eluniversal.com.mx