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Nada, esperaba nada de la pelea entre Mayweather y McGregor, por lo mismo no me quejo de lo que vi, y para ser sinceros, fui testigo a través de la televisión por cuestiones meramente laborales, es decir, la tenía que ver para poder opinar, pero si el tema hubiera sido opcional, créame que hubiera optado por una cena con amigos o más horas de sueño.
Despertó más mi curiosidad leer y escuchar los comentarios después del muy barato espectáculo de Las Vegas. Critican el estilo del europeo, y de esta manera evidencian su absoluto desconocimiento. ¿Qué esperaban? Estamos hablando de un peleador de artes marciales mixtas, no de un boxedor.
Quienes se dan por satisfechos exaltando los primeros tres episodios del irlandés les pregunto lo mismo: ¿Qué esperaban? El tipo es un peleador.
Para los que manifestaron indignación porque a partir del cuarto o quinto asalto McGregor sólo marcaba sus golpes, de nuevo, ¿qué esperaban? ¿De verdad creían que Floyd pondría en riesgo su brillante historial deportivo ante un rival completamente en desventaja en lo que se supone que sería su ultima pelea. ¿De verdad creían que la pelea se saldría del guión original?
Mire que el boxeo se ha empeñado en los últimos tiempos en exterminar poco la credibilidad que le queda, pero seamos honestos, esta fue una caricaturización que sólo al aficionado de ocasión pudo haber ilusionado y luego decepcionado, para el original y conocedor, lo entiende como un circo sin matices que rebasó los limites del marketing.
A Conor Anthony McGregor le queda camino para agigantar su imagen en lo suyo mientras que a nosotros nos queda tiempo para olvidar esto y ponderar la grandeza de un extraordinario boxeador que se ha retirado invicto. Y claro, a Don Money, le queda suficiente tiempo para terminar de gastar lo que ha ganado.
Aliviados de que haya terminado algo que en realidad nunca debió comenzar.
Ahora viene Canelo contra Golovkin, ahí sí, a lamernos los bigotes.