En el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, a la letra, se lee lo siguiente: “persiste una falta de planeación integral de largo plazo en la construcción de infraestructura y, en particular, el país carece de un enfoque multimodal de la infraestructura de transportes”.
Por supuesto, concurrimos con el diagnóstico y más aún, consideramos que esto tiene muchas más implicaciones en la vida económica nacional de las que a simple vista pueden apreciarse; sin embargo, a prácticamente a seis meses del inicio de esta administración, la certidumbre sobre inversiones por realizarse no ha sido una constante.
Además, la infraestructura en México ha sido proyectada conforme a las necesidades que se van presentando y poco ha tenido que ver con una visión de largo plazo. Recordemos que el NAIM pretendía ser uno de los grandes proyectos de transporte intermodal en el país, en el que se proyectaba mover hasta 2 millones de toneladas por año y el mismo fue cancelado y sustituido por Santa Lucía, que distará mucho de promover una eficiencia en este tema.
Si bien, respecto a la infraestructura férrea, prácticamente no se han agregado líneas en varias décadas, su funcionamiento y competitividad se han adaptado, principalmente derivado de la inclusión de nuevas tecnologías que permiten mayores volúmenes de carga, a mayor velocidad y con mayor eficiencia. Algo similar ha sucedido con la infraestructura portuaria, la incorporación de tecnología, la innovación en procesos y procedimientos han logrado aumentar la capacidad de carga en los puertos nacionales, abriendo diferentes opciones logísticas.
En el caso del autotransporte de carga, esto no ha sido del todo posible. La flota nacional tiene una edad aproximada de 17 años, y si bien es un sector que se comporta conforme al ciclo económico, ha visto pérdidas en su rentabilidad, asociadas a las alzas en los precios de los combustibles, los efectos de la inseguridad, el robo de mercancías, la rapiña y las alzas en las primas de seguros asociadas.
Pocos han sido los incentivos al sector para la renovación de la flota, lo que impacta en mayor grado a las Pymes, además del constante déficit de operadores calificados y la falta de financiamientos accesibles por parte de la banca comercial y de desarrollo. La reciente actualización de la NOM-044-Semarnat significará una gran oportunidad para el sector si viene acompañada de financiamiento, pues obligará a un cambio tecnológico para cumplir los niveles máximos de emisiones de motores a diesel y pone de manifiesto la necesidad de una oferta suficiente de diesel de ultra bajo azufre.
Hay una opción logística que integra los diferentes servicios de transporte, el transporte intermodal o multimodal, al que el PND refiere, que ofrece miles de empleo en México, que otorga a sus diferentes clientes mejores tarifas, menores costos de manipulación de la carga, incorporación de nuevas tecnologías para el seguimiento de mercancías, entregas a tiempo y, por supuesto, beneficios ambientales. Estimaciones de la Asociación Mexicana de Transporte Intermodal (AMTI) sugieren que el uso de este sistema puede reducir la emisión de partículas hasta 67%.
En este tenor, el transporte intermodal se constituye en un modelo que ofrece una aportación significativa a la competitividad del país, susceptible de integrar los beneficios de la Industria 4.0 y las innovaciones en telecomunicaciones, en áreas como logística inteligente, digitalización de procesos, trazabilidad, big data, anticipación de necesidades de los clientes, entre otros.
Una de las grandes obras de infraestructura en la materia podría ser el corredor interoceánico, un proyecto que deberá ser determinante en el desarrollo una red logística que incluya los diferentes ramales ferroviarios y puertos, en donde también, si el proyecto del Tren Maya se suma pudiera potenciarlo, una vez determinado en los estudios de impacto ambiental que será viable; este proyecto por fuerza deberá incluir al transporte de carga en aras de su rentabilidad y sostenibilidad.
México requiere de una política efectiva que fomente el transporte intermodal y lo coloque como uno de los pilares del desarrollo económico nacional; para ello, será fundamental el trabajo especializado de la AMTI y otras asociaciones relacionadas.
En este sentido, deberán contar con una agenda de posicionamiento, con visión de largo plazo, que permita participar a las empresas mexicanas en la consecución de uno de los más importantes objetivos de esta administración.
No se trata de una trivial mención en un documento oficial: hay grandes expectativas en esta visión de la infraestructura y desarrollo del sector logístico nacional y compete a las autoridades actuar como facilitador para aumentar la competitividad logística nacional.
Vicepresidente de Consultores Internacionales SC