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El miércoles pasado, Ildefonso Guajardo prendió las alertas. “Estamos a horas o días de llegar a un acuerdo en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)”, reveló el secretario de Economía a medios estadounidenses. La declaración corrió como pólvora entre el equipo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien pidió a Jesús Seade, representante del gobierno electo, viajar a Washington para revisar lo que estaba a punto de firmarse.
Esa misma noche Seade aterrizó en Washington. Detrás del enviado de AMLO fueron llegando los empresarios, quienes también se enteraron por la prensa del posible acuerdo anunciado por Guajardo a los medios de comunicación. La molestia de los integrantes del Cuarto de Junto fue secundada por el canciller Luis Videgaray, quien hace tiempo mantiene una lucha de poder con Ildefonso Guajardo por lo que considera un “protagonismo excesivo” del secretario de Economía en la renegociación del tratado.
Los empresarios y Videgaray reclamaron a Guajardo la indiscreción, pero lo que les causó más molestia es que aún habían pendientes que impedían llegar a acuerdo en “horas”, como lo presumió el secretario. La cláusula sunset era la píldora envenenada que mantenía trabada la negociación.
Fue Jesús Seade quien logró destrabarla con la propuesta de revisar el acuerdo cada seis años y fijar una fecha de caducidad de 16 años en lugar de cinco, como lo propuso el equipo de Donald Trump. El plan ya se lo había planteado a Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos, en una reunión previa en Washington.
Seade y Lighthizer se conocen hace 25 años. Su paso por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Banco Mundial lo acercaron al asesor de Trump, quien también fue representante Comercial durante la administración del presidente Ronald Reagan. Algunas disputas comerciales de clientes del bufete de Lighthizer se dirimieron en los paneles de la OMC y ahí se hicieron “amigos”.
Así como la relación de Videgaray con Jared Kushner, el yerno de Trump, ayudó a tender los puentes entre México y Estados Unidos, la cercanía de Lighthizer con Seade fue clave para destrabar algunos asuntos, especialmente el de la cláusula sunset.
El mismo Videgaray se lo reconoció ayer en una entrevista que les hizo Carlos Loret de Mola en su noticiario de Televisa, ante la visible incomodidad de Ildefonso Guajardo. “Debo hacer un reconocimiento al doctor Seade. Estábamos atorados (en al cláusula sunset)… él hizo una propuesta que gustó a todos y a partir de ahí se construyó una solución”.
Por si fuera poco, Videgaray le envió una indirecta a Guajardo sobre su presunto “protagonismo”, tras la pregunta del entrevistador en torno a lo que conversaron con Trump al final de la llamada con el presidente Enrique Peña Nieto. “El presidente Trump no conocía al secretario Guajardo y se lo estábamos presentando cuando dijo: ‘Sí lo conozco, sale mucho en la tele’”.
Eran conocidas las diferencias entre el secretario de Relaciones Exteriores y el de Economía. Sus posturas en torno al TLCAN chocaban frecuentemente. Videgaray quería apresurar un acuerdo inicial con Estados Unidos, a veces a costa de industrias nacionales como la automotriz, mientras que Guajardo prefería mantenerse firme en la defensa de las propuestas de México, sin mucho éxito en algunas de ellas.
Finalmente, Videgaray se impuso y logró un acuerdo en principio, como se lo pidió el presidente Peña Nieto cuando lo nombró canciller de México, en enero de 2017. El anuncio tendría un efecto doble para el gobierno: le otorga la medalla de haber renegociado el tratado sin incluir el muro de Trump y reinvindica la costosa invitación de Trump a México en agosto de 2016. Al menos eso es lo que creen en Los Pinos.
Ayer mismo se lanzó un spot del gobierno federal en el que el presidente Enrique Peña Nieto reconoce que la invitación a Trump fue apresurada, pero a la postre dejó algo positivo: abrió la puerta para un diálogo con el gobierno estadounidense.
De igual forma, Videgaray publicó en su cuenta de Twitter que el acuerdo comercial entre México y Estados Unidos no incluyó uno de los temas más polémicos de la relación: el muro fronterizo, un claro autoelogio a su trabajo como canciller y a su relación con Jared Kushner.
Al final, el canciller se impuso a Guajardo, quien pese a que cargó con la mayor parte del trabajo técnico de las mesas de negociación y fue el vocero más mediático de la delegación mexicana, terminó eclipsado por quien siempre le ha hablado al oído al presidente Peña Nieto y por quien a costa de favores políticos consiguió una relación muy estrecha con el yerno de Trump.
Posdata. Y el presidente quiere brindar con tequila…
Twitter: @MarioMal
Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com