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Carlos Romero Deschamps ya está curado de espanto. Más de dos décadas de escándalos al frente del sindicato petrolero le han curtido la piel a este tampiqueño de 76 años. Gobiernos van y vienen, y el secretario general del sindicato de Pemex parece no inmutarse por las demandas y acusaciones públicas de las que es objeto muy a menudo. Que si orquestó el Pemexgate, que si participa en el huachicoleo de ductos, que si se roba cantidades ingentes de dinero del sindicato, que si usa relojes de 70 mil dólares, que si sus hijos parten el aire en Ferraris, Lamborghinis y jets privados, que si esto, que lo otro. Parafraseando al presidente Andrés Manuel López Obrador: “le hacen lo que el viento a Juárez”.
“No soy el Diablo”, le dijo Romero Deschamps al El Sol de México a finales de enero. “No tengo miedo”, lanzó luego de que el reportero Enrique Hernández le preguntó sobre las denuncias presentadas en su contra por presuntamente participar en el robo de combustible en los ductos de Pemex. “Después van a decir que quiero matar a Jesucristo”, agregó mientras comía tranquilamente en un restaurante del centro de la Ciudad de México.
Romero Deschamps, efectivamente, nunca se ha escondido de nadie. Sin recato alguno se deja ver en los comederos políticos de la Ciudad de México. Polanco, Reforma y el Centro Histórico son sus lugares preferidos. Juan Collado y Diego Fernández de Cevallos, dos de sus mejores amigos. Memorables han sido algunas de las últimas comidas públicas del líder sindical con sus abogados de cabecera.
En noviembre del 2017, un ciudadano lo increpó mientras comía en la cantina Cuchilleros con el Jefe Diego. “¿Comieron bien, señores? 50 millones de mexicanos no”, le reclamó el comensal. “Así es esto”, le reviró el abogado. “Yo trabajo, no he robado al país gracias a Dios… Muy bien por el señor Deschamps y por usted, buen provecho, ojalá no se indigeste”, remató el ciudadano.
La otra fue apenas el 9 de julio pasado, mientras departía en el restaurante Morton’s de Las Lomas de Chapultepec junto a Juan Collado. A su salida, un grupo de agentes de la Policía Federal Ministerial lo esperaban. “Tenemos una orden de aprehensión contra usted” le dijeron, mientras su amigo Romero Deschamps se alejaba hacia su automóvil. Fue un anuncio, dicen sus conocidos, para que deje el sindicato petrolero “por las buenas”.
Y así, sin represalias y con “mano suave” es como el Presidente López Obrador ha pedido que se jubile al poderoso líder petrolero, según fuentes de alto nivel del gobierno mexicano.
El Presidente le ha dejado esa tarea a una de sus conocidas, quien incluso se dice su ‘amiga’: Olga Sánchez Cordero. La secretaria de Gobernación es la única del gobierno de la Cuarta Transformación con la que se comunica Romero Deschamps y es a través de la ministra en retiro que el Presidente le envía mensajes. El último fue para que prepare su salida del sindicato, mientras que para sus subordinados en el Gabinete el mensaje es que el trato sea con “mano suave”.
Sánchez Cordero incluso habría sido pieza clave para suavizar al Presidente. Su trayectoria como notaria pública, junto a la de su esposo Eduardo García Villegas, y sus hijos Paula María y Eduardo Francisco –también notarios– le han permitido tener relación con todo tipo de empresas y dependencias de gobierno desde hace por lo menos cinco sexenios. Algunas de ellas con Pemex y el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Desde la imponente casona de Prado Sur 225, donde están las notarías 15, de Eduardo García Villegas; la 182, de Olga Sánchez Cordero; la 95, de Olga Mercedes García Villegas Sánchez Cordero; y la 248, a cargo de Eduardo Francisco García Villegas Sánchez Cordero, se gestionan todo tipo de asuntos del orden jurídico, como testamentos, poderes, constitución de sociedades y asociaciones, compra-ventas, donaciones, hipotecas y fideicomisos.
Con el sindicato de Pemex, la familia de García Villegas Sánchez Cordero tendría relación a través de la mano derecha de Romero Deschamps, Héctor Sosa, líder de la sección 34, quien ha sido el encargado de escriturar cientos de inmuebles del sindicato de Pemex.
El verdugo de Romero Deschamps pareciera ser el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, quien el martes reconoció que presentó denuncias contra el líder sindical. Sin embargo, se ve cuesta arriba que se le logren fincar responsabilidades o, como ha sucedido con el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, y su familia, se congelen sus cuentas.
La única razón por la que el Presidente está dispuesto a dejarlo salir –por la puerta de atrás, sí, pero sin que pise la cárcel– es por el poder que aún acumula Romero Deschamps, y porque Pemex y sus trabajadores son una prioridad nacional para lograr la llamada Cuarta Transformación.
Posdata: El miércoles, Romero Deschamps comenzó a despedirse de su gente cercana en el sindicato.
Camil se deslinda
Jaime Camil se comunicó con esta columna para decir que no tiene que ver con la financiera Caja Libertad. Él y su abogado, Alejandro Schuster, explicaron que la información publicada en la columna del lunes, si bien no es falsa ni inexacta, ha sido descontextualizada por otros medios de comunicación.
“El actor tiene vínculos con las personas de la vida pública y privada del país que el señor Maldonado cita (...) pero ninguno con Caja Libertad”, expuso su abogado, que fue lo único que referimos en la columna.
Sospechas en distribución de libros
La Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) es una dependencia que hasta hace meses había sido de muy bajo perfil, pero que en la Cuarta Transformación ha dado mucho de qué hablar.
Primero, cuando se reveló que la empresa Bio Pappel Scribe, propiedad del empresario Miguel Rincón, compadre del presidente Andrés Manuel López Obrador e integrante de su Consejo Asesor, ganó una licitación por 221 millones 676 mil pesos para proveer papel que se usará para la elaboración de los libros de texto gratuito de la Secretaría de Educación Pública, a través de esta dependencia.
Y más recientemente porque se dio a conocer que las proveedoras Morgan Express y Transportes ESDO han sido las favoritas del gobierno federal en los últimos dos sexenios. Con el nuevo gobierno, estas empresas se encargarán de distribuir los libros que se van a utilizar en el próximo ciclo escolar, tal como se dio a conocer el pasado 12 de julio en el fallo de la licitación Pública Electrónica LA-011L6J001-E76-2019.
Bajo la dirección de Antonio Meza, la primera firma se llevará una bolsa de 84 millones 62 mil pesos por encargarse del envío a las regiones Norte, Golfo y Sureste, mientras que la segunda hará sus entregas en las zonas Sur, Pacífico, Centro y Ciudad de México por un monto de 98 millones 46 mil pesos. El negrito en el arroz para Morgan Express es que fue rechazada para participar en tres de las seis partidas con las que pretendía quedarse.
@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com