En medio de las tensiones que el gobierno mexicano atraviesa con Estados Unidos por el creciente flujo migratorio de Centroamérica y la supuesta intromisión de soldados a su territorio, Andrés Manuel López Obrador decidió enviar un mensaje de paz a su homólogo Donald Trump con la aniquilación de cualquier posible inversión china en sus proyectos estratégicos, como el Corredor Transístmico.
La semana pasada, durante la presentación del proyecto de Corredor Transístmico, López Obrador dijo que ningún extranjero va a apoderarse del Istmo de Tehuantepec. “No anden inventando que va a venir inversión extranjera y que los extranjeros van a apoderarse del Istmo; mentira, todo lo haremos con inversión pública y, si hay inversión privada, será de mexicanos”.
La contundente frase del Presidente tiene que ver con uno de los puntos que se tocaron durante la reunión del 19 de marzo entre Jared Kushner y el mandatario. Fuentes cercanas a la Presidencia y a la Cancillería aseguran que el yerno de Trump pidió cerrarle la puerta a la inversión china en cualquier proyecto del nuevo gobierno.
La preocupación de los estadounidenses por el creciente interés de los chinos en invertir y controlar un eventual corredor transístmico no es nueva; desde el sexenio pasado se dieron reuniones sobre el tema, las cuales sostuvieron funcionarios del gobierno de Javier Duarte y representantes comerciales del país asiático, sin llegar a buen puerto.
El año pasado, el entonces asesor económico de Andrés Manuel López Obrador y actual subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, le reveló al Financial Times que el Presidente electo quería anunciar el Corredor Transístmico el primer día de su gobierno; “y China seguramente querrá invertir, porque son proyectos de infraestructura a largo plazo con rendimientos claramente positivos”, expuso el fugaz subsecretario de Hacienda.
Más aún, en febrero de este año la presidenta de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, Amapola Grijalva, reiteró el interés de empresas e inversionistas chinos de participar en los proyectos de infraestructura en el sureste del país, como el Tren Maya y el Corredor Transístmico.
Estrechar la relación comercial y política con China sí era una de las prioridades del gobierno lopezobradorista, pero no contaron con que el renovado acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá iba a enfrentar resistencias para lograr su ratificación, ni que Donald Trump iba a declararle la guerra –comercial– al dragón asiático.
El nombramiento de Jesús Seade como subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte fue una estrategia pensada para el corto plazo. La idea era que se encargara de la ratificación del T-MEC y luego se fuera a la Embajada de México en China –país que conoce a la perfección–, precisamente para trabajar en una mayor integración comercial con ese país. Pero Trump les echó a perder la estrategia.
Otro viejo conocido y aliado del gobierno chino es el actual secretario de Turismo, Miguel Torruco, quien presume más de 30 años de trabajo conjunto y relaciones con aquel país.
Es sabido que el principal proyecto de Turismo presentado por Torruco en el actual gobierno se encuentra precisamente basado en una alianza con China. Se trata del programa denominado “Operación Toca Puertas”, que se conecta directamente con los touroperadores para publicitar los destinos mexicanos entre los 124 millones de chinos a los que su gobierno autoriza cada año viajar.
Esta misma relación es la que habría posibilitado el arribo de una oferta concreta de los capitales chinos para participar en la construcción no sólo del Tren Transístmico, sino para financiar a tasas preferenciales el Tren Maya.
La propuesta se mantuvo en la cancha del secretario de Turismo y él a su vez la hizo extensiva al titular de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Sin embargo, el canciller se las hizo saber al gobierno de Donald Trump, quien decidió dar una vez más el manotazo sobre la mesa de su patio trasero.
Bajo este escenario se explica la razón por la que el canciller mexicano fue invitado de último minuto a la reunión con el representante y yerno de Donald Trump, así como los rumores de que las decisiones en materia de política exterior se toman últimamente en el Senado de la República, específicamente en la oficina de Héctor Vasconcelos.
Posdata 1. Hay un ingrediente adicional. A la luz de lo que sucedió en el gobierno pasado con el proyecto del tren México-Querétaro, el cual lo obtuvo el consorcio encabezado por China Railway Construction Corporation y luego fue cancelado por presiones de Estados Unidos, el presidente López Obrador decidió que no quiere pasar la misma vergüenza.
Posdata 2. En la carta que envió el CEO de BlackRock, Larry Fink, al presidente López Obrador, le pide que lo deje participar en el proyecto del Corredor Transístmico, como lo habían platicado. ¿Será que con el poderoso fondo estadounidense sí se hará una excepción?
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