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Una semana antes de que Pemex anunciara el contrato para comprar un millón 400 mil barriles de petróleo a Estados Unidos, la futura secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el próximo titular de la empresa productiva del Estado, Octavio Romero, se apersonaron en las oficinas del actual director general de la petrolera, Carlos Treviño. Traían un mensaje del presidente electo: “cancelen la compra del crudo”.
“No es posible que sigamos importando tanto petróleo, el presidente electo (Andrés Manuel López Obrador) les pide que cancelen el contrato”, le soltó Nahle a Treviño, quien miraba a la próxima secretaria de Energía con incredulidad. “No es posible hacer eso, podría comprometer el abasto de petróleo y gasolina durante la temporada alta de fin de año”, le reviró el director general de Pemex.
Ante la insistencia de sus interlocutores, Treviño les dijo que por mandato y autonomía, no lo haría, pero que después del 1 de diciembre, una vez que Andrés Manuel López Obrador asuma las funciones de presidente constitucional, ellos tendrían la responsabilidad de mantener el contrato o cancelarlo, con las graves implicaciones que lo segundo significa.
No pasaron ni cinco minutos después de esta respuesta, cuando la ingeniera petroquímica y el ingeniero agrónomo abandonaron el edificio de Pemex. La siguiente semana, el 22 de octubre, Pemex anunció que compraría un total de 1.4 millones de barriles de crudo ligero Bakken a la estadounidense Phillips 66, los cuales serían recibidos en noviembre.
La empresa productiva del Estado omitió los detalles y el monto que pagará por los cuatro cargamentos de crudo a la compañía estadounidense con sede en Houston, Texas, pero se comprometió a revelarlos tras la firma de los contratos.
Cuentan los allegados de AMLO que tan pronto recibió la noticia, montó en cólera. Su enojo se visibilizó el día siguiente, mediante un par de mensajes en sus redes sociales. “El anuncio de que Pemex contrató la compra de un millón 400 mil barriles de petróleo al extranjero es una muestra más del gran fracaso de la política económica neoliberal o neoporfirista de los últimos 30 años”, publicó en su cuenta de Twitter.
“Es tanta la enajenación de sus promotores o beneficiarios conservadores que se hacen los desentendidos, no ofrecen disculpas; permanecen callados como momias. Además de corruptos e ineficientes son unos cinicazos. Perdón, pero me chocan”, agregó.
“Unos cinicazos”, fue la frase con la que la actual administración acusó recibo por las injurias, las cuales, no tiene duda, se debieron al rechazo de la solicitud del presidente electo.
Lo más preocupante es que, tras la violenta reacción que tuvo AMLO por este te ma, su primera acción en Pemex sea la de cancelar el contrato de importación, lo cual generaría, además otra pésima señal a los inversionistas globales y a sus socios estadounidenses, una posible crisis en el abasto de combustibles al inicio de sexenio. El riesgo sigue latente.
Esto, sin contar los proyectos como dejar de exportar petróleo en el mediano plazo y disminuir considerablemente la importación de gasolinas; así como cancelar el fracking y destinar una buena cantidad de recursos a la construcción de una refinería en el estado natal de Andrés Manuel López Obrador.
La reunión de finales de septiembre que tuvo el presidente electo con los principales empresarios del sector petrolero nacional, en la que estuvieron Rocío Nahle y Octavio Romero, había sido una suerte de bálsamo para la industria ante las propuestas radicales hechas en campaña.
Sin embargo, acciones como la cancelación del aeropuerto de Texcoco y el amago de cancelar o regular las comisiones bancarias, los han vuelto a poner en tensión.
Y eso que el sexenio aún no comienza.
Wallace y el uso de suelo. Quien al parecer quiere blindarse ante el cambio de gobierno en la CDMX y las posibles inspecciones a sus negocios es la empresaria Isabel Miranda de Wallace. La también activista ingresó hace unos días una solicitud en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) para regularizar su escuela City College, ubicada en Coapa y cercana del colegio Rébsamen, la cual desde hace años opera sin uso de suelo autorizado.
El trámite, bajo el concepto de derechos adquiridos, fue aceptado el día 23 de octubre por la Seduvi, a cargo de Felipe de Jesús Gutiérrez, añejo conocido de Wallace en su negocio de publicidad exterior, quien curiosamente creció de manera boyante durante la administración de Miguel Ángel Mancera y ahora al mando de José Ramón Amieva, a través de la empresa Showcase. Hablamos de alrededor de 180 anuncios espectaculares en la ciudad instalados a la fecha.
Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com