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El consumo de sustancias sicoactivas se ha ubicado en el contexto nacional e internacional como uno de los problemas de salud pública de mayor relevancia en los últimos años, debido a las consecuencias sanitarias y sociales que derivan de su consumo. Basta con voltear a ver hacia nuestro vecino del norte, donde el uso de drogas legales e ilegales —principalmente opioides— es ya una pandemia incontrolable.
En México, recientemente presentamos la edición completa de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco Encodat 2016-2017 (antes Encuesta Nacional de Adicciones), estudio con representatividad estatal y nacional realizado en hogares de zonas urbanas y rurales, con población general de 12 a 65 años.
Los resultados de la Encodat no son muy halagadores, ya que las prevalencias y tendencias en torno al consumo de sustancias sicoactivas han crecido en casi todas las sustancias, a excepción del tabaco. Hay que decirlo: si bien nuestro país aún no tiene un problema desbordado de adicciones, en comparación con otros lugares, también es cierto que nuestro consumo va en aumento.
En el tema del tabaquismo, ¿a qué se debe la contención de esta adicción? Sin duda obedece a la implementación de políticas públicas, como las diversas medidas de control para reducir el consumo de productos de tabaco, los pictogramas y advertencias sanitarias en las cajetillas de cigarros; el programa Espacios 100% Libres de Humo de Tabaco; el aumento a los impuestos del tabaco; así como la prohibición de la publicidad, promoción y patrocinio de estos productos. Vale la pena resaltar que aún tenemos tareas pendientes por aplicar, respecto al control del tabaquismo, entre las que resalta la urgente reforma a la Ley General para el Control del Tabaco para convertirla en una ley 100% libre de humo de tabaco.
Respecto al consumo de alcohol, aquí si encontramos algunos datos preocupantes. El patrón de uso excesivo creció significativamente de 12.3% en 2011 a 19.8% en 2016, en la población de 12 a 65 años. En los adolescentes (12 a 17 años) incrementó en forma significativa, de 4.3% a 8.3%; en varones se mantuvo estable (6.3% y 8.9%, respectivamente). Resalto el caso del consumo de alcohol en las mujeres menores de edad, cuyos datos merecen una mención aparte, ya que el crecimiento rebasa el 200%, esto es un incremento de 2.2% a 7.7%, lo que resulta particularmente alarmante. En primer lugar porque suministrar alcohol a menores de edad se equipara a corrupción, y en segundo, porque su consumo afecta su desarrollo físico y cognitivo, y hace a este sector de la población más vulnerable hacia diversos riesgos.
Estoy cierto en que el consumo de alcohol se deriva de diversas situaciones culturales y antropológicas, pero es necesario conocer los riesgos que representa el consumo excesivo. Sin duda, prevenir y disuadir el consumo en exceso de alcohol representa uno de los principales retos en nuestro país, sobretodo porque este patrón de consumo es el que se asocia a un mayor número de consecuencias sanitarias y sociales, como son los accidentes de tránsito. De ahí la importancia de continuar con la implementación del Programa Conduce Sin Alcohol, conocido como Alcoholímetro, el cual se aplica en 341 municipios del país y ha disminuido considerablemente el número de accidentes de tránsito asociados a la ingesta de alcohol.
El consumo de drogas ilegales también presenta una tendencia de crecimiento desde el año 2000 y el grupo con mayor prevalencia es el referente a hombres de 18 a 34 años, esta es de 4.6%, situación que lo convierte en el sector poblacional que más consume drogas ilegales, especialmente los varones, quienes consumen 7.8% más, en contraste con las mujeres (1.6%).
Al revisar las cifras por sustancia, se observa que la marihuana es la droga ilegal de mayor uso y la que tuvo incrementos estadísticamente significativos en todos los grupos etarios. Su prevalencia el último año avanzó en más de 80%. No entraré en detalles en lo que se refiere a este tema, pero creo que estos resultados responden en gran medida a nuestra oposición irrestricta a su propuesta de legalización con fines lúdicos o recreativos. Esta por demás decir que el incremento más importante es entre menores y adolescentes.
Por otro lado, el consumo de cocaína, inhalables, alucinógenos, estimulantes tipo anfetamínico y heroína se mantuvo estable de 2011 a 2016, tanto en adultos como en adolescentes de 12 a 17 años.
En el contexto internacional, México presenta una prevalencia de consumo de drogas baja, en comparación con otras naciones del mundo; sin embargo, el fortalecimiento de las políticas públicas en materia de prevención y atención integral del consumo de sustancias sicoactivas, la implementación e impulso de programas de atención y prevención e informar a la sociedad en su conjunto, es una tarea prioritaria para el gobierno mexicano.
Si bien es mi responsabilidad como comisionado Nacional contra las Adicciones trabajar en consecuencia, y lo hemos hecho durante los últimos tres años a través de la firma de convenios con los gobiernos de los estados, instituciones, públicas y privadas; impulso y seguimiento a programas como Conduce sin Alcohol, Espacios 100% libres de humo de Tabaco; el establecimiento de Comisiones Estatales contra las Adicciones; también lo es prevenir y alertar sobre un problema que en cualquier momento podría crecer y salir de nuestras manos.
Pero, ¿de quién depende hacer frente a este panorama? Lo he dicho en gran cantidad de foros donde participo: la responsabilidad es de todos, me refiero abiertamente a las instituciones de gobierno, académicas, padres de familia, maestros, intelectuales, líderes. Todos tenemos que trabajar en la prevención de las adicciones. Es necesario que como país hagamos frente a este panorama epidemiológico multifacético, favoreciendo estrategias y acciones innovadoras de índole preventiva, con perspectiva de género y con especial énfasis en nuestros niños y adolescentes, quienes representan el futuro de nuestra nación.
Comisionado Nacional contra las Adicciones