El 20 de agosto concluyó la primera ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sin que el presidente Trump hiciera declaraciones o usara su cuenta de Twitter para lanzar sus ataques al proceso. Sin embargo, dos días después durante un mitin en Phoenix, Arizona, Trump arremetió contra las negociaciones declarando: “no creo que podamos alcanzar un acuerdo. Así que creo que probablemente acabemos dando por terminado [el TLCAN] en algún momento”.
Días después, el 27 de agosto, Trump volvió al ataque vía Twitter cuestionando “el proceso de renegociación del TLCAN (el peor tratado jamás firmado) con México y Canadá. Los dos se están poniendo muy difíciles” y sugiriendo que lo mejor sería “ponerle fin.”
Los ataques al TLCAN son parte de la retórica populista del presidente Trump y su denuncia podría darle la victoria política que necesita.
En sus siete meses al frente del gobierno, Trump ha fracasado en modificar el sistema de salud (Obamacare), no consiguió su veto migratorio y no ha logrado que México pague por el muro, entre otros descalabros dentro y fuera de su país.
Su única victoria ha sido el nombramiento del conservador Neil Gorsuch como nuevo magistrado de la Corte Suprema de EU. En este escenario, el TLCAN se vuelve aún más vulnerable pues Trump necesita victorias políticas en un contexto donde sus índices de aprobación van a la baja, 38% según encuesta de CNN (8 de agosto de 2017).
Sin embargo, aunque parece que Trump aparentemente tiene la facultad de retirar a su país del TLCAN, hay juristas en EU que han cuestionado este poder.
De hecho, Joel Trachtman, profesor de derecho internacional en la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia de la Universidad de Tufts y experto en derecho comercial señala, que la Cláusula de Comercio de la Constitución de ese país le otorga al Ejecutivo la facultad para negociar y firmar acuerdos comerciales, pero no para decidir sobre su futuro.
En este sentido, Trachtman ha señalado que la Suprema Corte en el caso Barclays contra California de 1994 determinó que la Constitución otorga al Legislativo, no al Ejecutivo, el poder de regular el comercio internacional y de ahí deduce que Trump sólo podría denunciar el TLCAN si cuenta con la aprobación del Congreso.
Aunque la Suprema Corte nunca ha analizado si el presidente de EU puede poner fin a tratados comerciales internacionales, parecería que hay espacio en la interpretación de la Constitución para concluir que la aprobación del Congreso es clave.
Por lo anterior, el profesor propone que en un hipotético, pero posible escenario, en el que Trump decidiera hacer uso de la cláusula 2205 del TLCAN y diera notificación a Canadá y México de su intención de retirar a EU del TLCAN sin contar con la aprobación del Congreso, los exportadores e importadores, productores, asociaciones y cámaras empresariales, gobernadores, representantes y senadores estadounidenses estarían en posibilidad de iniciar un caso ante la Suprema Corte para revertir esa decisión.
El caso estaría sustentado en la transgresión de las facultades del Ejecutivo y la inconstitucionalidad de la decisión.
Hoy sabemos que el TLCAN sí cuenta con suficiente apoyo para que pudiera llevarse el caso ante la Corte en EU.
El 26 de abril pasado, cuando Trump intentó firmar la carta de denuncia, la movilización del sector agrícola en EU actuó como freno. Recientemente, la empresa Livingston International comisionó una encuesta a Harris Poll para identificar la opinión que los estadounidenses tienen del TLCAN. Esta encontró que 45% de los 2,264 encuestados consideran que, desde su implementación, el tratado ha contribuido al crecimiento económico de ese país, así como al crecimiento de la economía del conocimiento.
Lo que resulta verdaderamente revelador es que sólo 6% cree que EU debe retirarse del TLCAN, en tanto que 13% avala la decisión de renegociar el tratado porque éste ha sido injusto para su país.
Si Trump insiste en “ponerle fin” a un acuerdo que ha demostrado grandes beneficios, dejémoslo que lo intente ya que con toda seguridad se verá confrontado por los que podrían perder en su país.
La mejor defensa del tratado está precisamente en EU y en sus instituciones que han mostrado ya su fortaleza para detener decisiones arbitrarias y han actuado como un contrapeso cuando el Ejecutivo ha buscado trasgredir los límites de su propia ley.
En tanto esta novela alcanza su desenlace, lo más importante será estar preparados con alternativas dentro y fuera del país. Sin duda, la firmeza, prudencia y mesura por parte de Canadá y México han sido la mejor estrategia; con la dignidad y la soberanía que amerita, ambos están en una posición de defender la continuidad del TLCAN.
En el peor escenario, uno de denuncia del TLCAN, serán los sectores que se han beneficiado del Tratado y las instituciones de EU quienes estarán mejor posicionados para evitar que Trump cumpla su amenaza.
Directora de LMMConsulting y profesora afiliada en la División de Estudios Internacionales del CIDE.
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